Una palabra y mil imágenes


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Martín Elfman estaba trabajando en la ilustración de portada, cuando irrumpió un mensaje de la editorial: es demasiado poética, y hay que aprovechar que el libro cuenta una historia real. La portada debería tender a lo «testimonial». El jefe de arte, Mario Blanco, ultima ahora otra propuesta muy diferente. Más allá de la anécdota, me interesa qué puede hacer una ilustración por lo real. La imagen, a diferencia de la palabra, sólo puede ser instántanea: yo puedo decir que «La violación de Cornellà se cometió en un Renault 5 Gris matrícula B-7661-FW», y estoy diciendo la verdad; mientras que la reconstrucción del caso que emitió Documentos TV sobre esa violación, con un R-5, una matrícula calcada, y unos actores que hacen balancearse el coche desde dentro, es esencialmente falsa. La imagen sólo puede aspirar a la «repetición», y no a la representación que sí puede alcanzar la palabra. Siempre podemos reescribir el accidente, aunque no podremos mostrarlo –salvo por el dibujo–  sin una polaroid. Así que una portada en la que se reconstruye la cubierta de un supuesto expediente judicial, incluyendo las reseñas policiales grapadas, resulta mucho menos realista y testimonial que esta otra en la que trabajaba Martín, porque ésta ilustra una idea.

2 Respuestas a “Una palabra y mil imágenes

  1. es maravillosa la portada del señor Elfman. Siempre he pensado que en la cárcel, lo que uno hace es, sobre todo, sombra. Y esos engranajes ahí arriba. Deberías insistir.

  2. Maravilloso post. (También me gusta la ilustración).

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