El 18 de septiembre de 2006 salía en libertad condicional, después de casi 15 años, 5.424 días preso, Ahmed Tommouhi: «Estoy en la calle, pero todavía no soy un hombre libre», dijo en su primera entrevista. Tommouhi (Nador, 1951) y otro marroquí, Abderrazak Mounib (Fez, 1952), habían sido condenados por una ola de robos y violaciones cometidos en Cataluña en 1991. Una decena de víctimas los señalaron como los asaltantes. Pero las muestras de ADN de una de esas violaciones analizadas en 1997 desvelaron el error: los autores eran un español, detenido en 1995, y otra persona no identificada. Los reconocimientos por parte de las víctimas habían sido la única prueba de cargo en todos los casos.
El Fiscal Jefe de Cataluña, dado que las otras condenas no habían podido revisarse por falta de muestras analizables, solicitó el indulto para ambos en 1999. El Tribunal Supremo, un año después, lo recomendó como la «salida adecuada» a la situación. El Gobierno, ocho años y medio después, no lo había resuelto. [Ahora sí]. «Acepto los errores: ¿pero algo que dura tanto es un error?», dejó dicho Abderrazak Mounib antes de morirse en la cárcel en 2000. Ahmed Tommouhi, si el Gobierno no lo indulta antes, será hombre libre en 2009. Él dice que no lo será hasta que se reconozca su inocencia.
Cuatro años después
Aunque detenidos en 1991, el caso Mounib-Tommouhi no existió como tal hasta cuatro años después. En la primavera de 1995 dos hombres repitieron una ola de violaciones muy parecida a la del otoño de 1991. Hubo víctimas que los volvieron a señalar como los dos hombres que, hablando árabe, las habían violado. Mounib y Tommouhi, sin embargo, no habían salido de la cárcel desde 1991.
El 20 de junio de 1995, la Guardia Civil detuvo al español Antonio García Carbonell. Al verlo en comisaría, al agente Reyes Benítez se le vino a la cabeza la cara de Tommouhi, a quien había visto cuatro años antes durante la instrucción. García Carbonell y Tommouhi se parecen muchísimo. Reyes Benítez: «En la foto que llevaba García Carbonell en el carné de conducir y en la de la detención de Tommouhi son idénticos.» García Carbonell, aunque «de aspecto norteafricano», según sus víctimas, es gitano. Pero sobre todo habla caló, lo que hizo pensar a Reyes Benítez que quizá las chicas, a oscuras, apaleadas y muertas de miedo, hubieran confundido no sólo la cara, sino también el habla de los gitanos con el árabe.
Esa sospecha desencadenó en 1996 una nueva investigación. Los dos informes policiales elaborados por Reyes Benítez y elevados a la Fiscalía de Cataluña sostenían que Mounib y Tommouhi eran inocentes, y que uno de los autores de las violaciones por las que ellos habían sido condenados injustamente era Antonio García Carbonell, el detenido de 1995. El Fiscal Jefe ordenó rastrear los restos biológicos que aún pudieran conservarse, y en 1997 el ADN de la única muestra analizable lo demostró científicamente: eran García Carbonell y otra persona no identificada quienes habían violado a la chica de Olesa en 1991. El primero fue condenado a más de 250 años de cárcel por esa violación y las de 1995. El otro sigue sin ser localizado.
El Tribunal Supremo revocó en 1997 esa condena por el caso Olesa y el Estado fue condenado a pagar más de 18 millones de pesetas (unos 108.000 euros) a cada uno de los dos marroquíes. ¿Por qué, entonces, Mounib siguió preso hasta morir y Tommouhi sigue aún cumpliendo condena? La explicación técnica es que quedaron atrapados en una falla del ordenamiento jurídico español. Una vez que las sentencias son firmes, como lo eran en este caso, el recurso de revisión sólo es viable si aparecen «nuevos elementos que evidencien» la inocencia de los condenados. Una vez condenado, es el reo quien debe demostrar su inocencia.
Tras los informes elevados a la Fiscalía, seis años después de los hechos, sólo se recuperaron restos biológicos de la violación de Olesa. Las otras condenas son jurídicamente independientes. El propio Tribunal Supremo explicó el corsé que le imponía la literalidad del recurso de revisión y que le obligó a desestimar la revisión de esas otras causas. Y por eso mismo recomendó el indulto como «salida adecuada» a la situación creada. El Fiscal Jefe de Cataluña, José María Mena, lo solicitó formalmente el 30 de abril de 1999.
Ni el anterior Ejecutivo del Partido Popular ni el actual del Partido Socialista lo han resuelto. Que el Gobierno no lo ha resuelto significa exactamente eso, que ni lo concede ni lo deniega. «El Gobierno ha decidido que no es un mensaje asumible indultar a una persona condenada por violación», se justificó el entonces ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar. El periodista que lo entrevistaba obvió la pregunta que, desde hace ya más de ocho años, justifica este proyecto: ¿por qué, entonces, tampoco se lo deniegan, como hacen con la mayoría de los miles de presos que piden el indulto cada año? La respuesta es la tesis que quiero demostrar aquí: porque ellos –a diferencia de la mayoría de esos otros miles—fueron condenados injustamente.
Mientras tanto, la dama con la venda en los ojos, encantada de conocerse y gorda como una estatua de Botero, se divierte jugando al sol con su cada vez más raquítica y minúscula balanza de maqueta: «Es la esencial e irreductible ambigüedad de la justicia misma, incluso sujeta a forma en el derecho, que si la hizo, ciertamente, menos cruel que la venganza, también la reificó y la consagró como infalible e inexorable», (R.S.F.) se lee en el pie de foto.
EL INDULTO FUE FINALMENTE DENEGADO EL 30 DE ABRIL DE 2008.