Archivo de la categoría: El taller

Última actualización

A partir de hoy, el dominio http://www.ladoblehelice.com acoge la transformación de este blog en otra cosa. Esta herramienta que durante casi dos años y medio ha estado al servicio de un proyecto, la investigación y escritura de un libro, Justicia poética, deja por tanto de actualizarse.

Pero no se vayan, porque todo seguirá donde estaba: www.ladoblehelice.com

Justicia Poética está en las librerías

Poco más de un mes

El libro estará en las librerías españolas a finales de enero. He cambiado el título. Y estoy muy contento: Falsos testigos del porvenir era mucho más oscuro que Justicia poética. Los dos recogen bien el tiempo del que habla, pero el de la edición argentina lo hacía sólo calificando a sus funcionarios, que levantan acta del mundo como si el mundo fuera una hoja en blanco. Este de la edición española anuncia mejor el estilo y el tema del libro, que es para lo que sirven los títulos. Y es, aun con todas sus ambigüedades, más transparente. La portada de Martín Elfman, como ya dije, creo que  ilustra a la perfección la tesis del libro. Tanto, que incluso contiene la doble lectura que el texto no llega a desarrollar del todo y que no sé si alguna vez escribiré. Los párrafos de la contraportada mejoraron mucho después de pasar por las manos de Arantxa Martínez. En fin, que no me importaría que me juzguen no sólo por el contenido, sino también por la forma del libro, cosa que agradezco a Elena Ramírez, editora de Seix Barral, hacia donde un mensajero se acaba de llevar las pruebas corregidas.

Edición española

La versión española de Falsos testigos del porvenir aparecerá  en febrero de 2010, publicada por Seix Barral.

Así que ahora que empiezo a trabajar con vistas a esa reedición, y trabajaré hasta que termine agosto, agradezco los comentarios, sugerencias y correcciones que los lectores de la edición argentina quieran dejar aquí.

El libro está en la calle

Falsos testigos del porvenir ya está disponible aquí.

portada_falsos_testigos_por

Una palabra y mil imágenes


portada_elfman
Martín Elfman estaba trabajando en la ilustración de portada, cuando irrumpió un mensaje de la editorial: es demasiado poética, y hay que aprovechar que el libro cuenta una historia real. La portada debería tender a lo «testimonial». El jefe de arte, Mario Blanco, ultima ahora otra propuesta muy diferente. Más allá de la anécdota, me interesa qué puede hacer una ilustración por lo real. La imagen, a diferencia de la palabra, sólo puede ser instántanea: yo puedo decir que «La violación de Cornellà se cometió en un Renault 5 Gris matrícula B-7661-FW», y estoy diciendo la verdad; mientras que la reconstrucción del caso que emitió Documentos TV sobre esa violación, con un R-5, una matrícula calcada, y unos actores que hacen balancearse el coche desde dentro, es esencialmente falsa. La imagen sólo puede aspirar a la «repetición», y no a la representación que sí puede alcanzar la palabra. Siempre podemos reescribir el accidente, aunque no podremos mostrarlo –salvo por el dibujo–  sin una polaroid. Así que una portada en la que se reconstruye la cubierta de un supuesto expediente judicial, incluyendo las reseñas policiales grapadas, resulta mucho menos realista y testimonial que esta otra en la que trabajaba Martín, porque ésta ilustra una idea.

Últimas correcciones

10: 46. Acabo de enviar las pruebas corregidas.

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Cortesías

Índice onomástico

Cortesías

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Ángel ACEBES

Taïbi ADDOUM

Giorgio AGAMBEN

Aracel-li AIGUAVIVA

Virginia ÁLVAREZ SALINAS

Abdeslam AMGHAR

Enrique ANGLÉS

Milagros ARBELLA

Modesto ARIÑEZ LÁZARO

José María AZNAR

Fèlix BALANZÒ

Tomás BÁRBULO

Juan Alberto BELLOCH

Jamal BENALI

Reyes BENÍTEZ REDONDO

Juan José BLANCO BAZÁN

Eva BOBROW

Roberto BOLAÑO

Manuel BORRAZ

Mónica C. BELAZA

Juan Antonio CAPARRÓS

Xavier CASTELLVELL DÍEZ

María Luisa CAVA DE LLANO Y CARRIÓ

Mohamed CHAIB

Thierry CHIREZ

Jorge CLARET

Antoni COMÍN

Teresa COMPTE

José CÓRDOBA CASTILLO

Juan CRUZ

Félix DE AZÚA

Luis Alfredo DE DIEGO DÍEZ

Ana DE MIGUEL

Pedro Antonio DE PIZARRO

María Pilar DE PRADA BENGOA

Guy DEBORD

Antonio DEL MORAL GARCÍA

Joaquín DELGADO GARCÍA

Noureddine DOUAH

Arcadi ESPADA

José María ESPAÑOL JORDÁN

Mariano FERNÁNDEZ BERMEJO

Sergio FERNÁNDEZ IGLESIAS

Ángel FERNÁNDEZ-SANTOS

Luigi FERRAJOLI

Carles FRANCINO

Teresa FREIXAS

Olga FUENTES

José Manuel GAGO SUÁREZ

Adolfo GALLEGO

Agustín GARCÍA CALVO

Antonio GARCÍA CARBONELL

Fermín GAVILÁN

Eduardo GIL BERA

Carlo GINZBURG

Soledad GOMIS

Elena GUINDULAIN OLIVERAS

Fátima HAMMANI

Abdeslam HAMMANI

María José HENARES

Joan HERRERA

Alfred HITCHCOK

Esteban IBARRA

Santiago JOANIQUET

Josep María JORI

Franz KAFKA

Karl KRAUS

Josefa LEÓN LÓPEZ

Juan Fernando LÓPEZ AGUILAR

Miguel LÓPEZ LÓPEZ

Domingo MARCHENA

Margarita MARISCAL DE GANTE

José MARTÍN VÁZQUEZ

Joaquín José MARTÍNEZ

Carmen MARTÍNEZ

Álex MASLLORENS

Abel MATUTES

José María MENA

José María MICHAVILA

Macario MOLINA CAMPOS

Abderrazak MOUNIB

Abdel MOUNIB

Enrique MÚGICA

Miguel Ángel NARANJO

Maika NAVARRO

Gemma NIERGA

Joan M. OLEAQUE

Manuel OLLÉ

George ORWELL

Pedro J. PARDO

Jordi PANYELLA

Francisco Javier PAULÍ COLLADO

Jordi PEDRET

Moisés PEÑALVER

Antonio PEREA VALLANO

José Manuel PÉREZ

Josep María PIJOAN

Mariona PLANAS

Lidia Q. MARTÍN

Andrés RABADÁN

Pere RAMELLS

Pere RÍOS

Margarita ROBLES FERNÁNDEZ

Martín RODRÍGUEZ SOL

José Luis RODRÍGUEZ ZAPATERO

Luisa Fernanda RUDI

Eugenio SABATÉ

Emilio SÁINZ ORTEGA

Andrés SALCEDO VELASCO

Kamel SALIM

Rafael SÁNCHEZ FERLOSIO

Balbino SANJAIME

Joan SAURA

Sergio SOLANAS

Felipe SOLER FERRER

Enriqueta TEROL ENSEÑAT

Gérard THOMÀS ANDREU

Ahmed TOMMOUHI

Omar TOMMOUHI

Khalid TOMMOUHI

Manuel TRALLERO

José VALVERDE

Elisa VAZ

Manuel VIVERO CHAO

Mostafá ZAIDANI

Nuria ZAMORA PÉREZ

P.S. Por razones logísticas, la fecha de la entrada se ha tenido que adelantar a su hora habitual de los lunes.

Citas y desvíos

Las preguntas sobre el uso de las citas «literarias», se resuelven como ya adelanté entonces. Al final del libro va un inventario, de citas y desvíos (algunas no son exactamente citas, sino derivaciones, transformaciones, decantaciones, etc, de otra original). 

Hacerlo así, tiene algo de fracaso: una concesión a esa policía de las patentes. Y no sólo porque estoy seguro de que los autores citados no perderían un minuto en esas minucias. (Aunque, dicho sea de paso, lo contrario me daría lo mismo). Es que la estrategia contra la separación (de épocas, de sujeto y objeto, de forma y contenido, etc…) que implica esa desaparición de las comillas, al desvelarse, se arruina. 

Tenía casi decidido una solución intermedia: publicar el inventario sólo aquí. Pero, un último motivo, estrictamente personal, me sigue diciendo que lo haga también en el libro. Con algunos de ellos, los que están vivos, básicamente, es el reconocimiento de una deuda. 

 

***

RELACIÓN DE CITAS Y DESVÍOS

 

«Cette lache imitation qui est la dupe du présent et le faux témoin de l’avenir».

Guy Debord, In girum imus nocte et consumimur igni. 

 

Pág […]: «El periódico no es un extracto de contenidos, sino un contenido; más que eso, es un estimulante. Trae noticias sobre atrocidades y de ella surgen atrocidades». Karl Kraus: Escritos, Visor, Madrid: 1990, p. 120.

Pág […]: «La falta de autonomía de la escritura, su dependencia de la criada que enciende la lumbre, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta […]. Franz Kafka, Ante la ley, Debolsillo. 

Pág […]: «El riesgo es aquí que la palabra se separe de aquello que revela y adquiera una consistencia autónoma.» Giorgio Agamben: La sociedad del espectáculo y la política del hombre cualquiera, en Archipiélago, núm. 16, p. 29.

Pág […]: El verbo castellano impersonal por excelencia (?), Rafael Sánchez Ferlosio, El alma y la vergüenza. 

Pág […]: «Quien no sepa leer, que siga la flecha». Fèlix Balanzó, Els senyals del contrabandista, Llibrex de l’Index.

Pág […]: «Archipiélago: conjunto de islas unidas por aquello que las separa». Revista Archipiélago. 

Pág […]: «La imagen de la cabeza como un bote, por donde se filtra constantemente el agua de la imaginación, es comprensible para cualquiera que haya intentado escribir un solo párrafo veraz. El agua, además, llena el bote insidiosa y lentamente, y la tarea del escritor faction es advertirlo antes de que la narración acabe en naufragio.» Arcadi Espada, Periodismo práctico. Espasa.

Pág […]: «Se puede definir como religión a aquello que sustrae cosas, lugares , animales o personas al uso común  y las transfiere a una esfera separada.» Giorgio Agamben, Profanaciones, Anagrama, p. 96.

Pág […]: «Aquí la necesidad natural ha dictado sentencia contra la mentira del punto de vista». Karl Kraus, op. cit., p. 120.

Pág […]: «La novela moral es literariamente inmoral en la medida en que la intención bastarda se interfiere con la intención legítima; esto es, en la medida que para servir a la ejemplaridad siempre se manipulan, quiérase o no, los acontecimientos.» Rafael Sánchez Ferlosio, Sobre el Pinocchio de Collodi, en Ensayos y artículos, Vol ¿?, pp. 91-92.

In girum imus nocte et consumimur igni (origen del título del libro)

 

6’16»: Cette lache imitation qui est la dupe du présent et le faux témoin de l’avenir.

Prohibido arrojar escombros al ombligo

«Allí donde el autor, llevado por su impulso, ha ido directo al todo, donde se cree dispensado de tener que reunir piedra a piedra, donde no ha visto las juntas, y, al no verlas, no las ha sellado;  es allí donde se instala el moho del envejecimiento. Para distinguir las juntas, los límites del pensamiento, hay que criticarse a uno mismo». [*]

Walter Benjamin

 

Diez días después, y a la espera de los comentarios de los editores, he releído este fin de semana, muy por encima, algunas partes del manuscrito. Le sobran unas cuantas páginas. La grasa, como casi siempre, no se debe a la información que mana en exceso, sino a la pegajosa mano que la galvaniza.  Casi toda brilla en la segunda parte: en la primera y en la tercera,  la voz del narrador me suena honrada, clara y precisa. Limpia. Los enredos están en la segunda. Pero con una señalable evolución: empieza pecando por temblorosa y acaba haciéndolo por campanuda. Hablo sólo de los baches: ¿para qué hablar de lo que no nos quita el sueño? El estilo de algunos párrafos del principio (Vilafranca, «No he tenido nunca ninguna duda», Terrassa, etc.) es el de la hiedra: se extiende pegada a la textura del mundo, sube y baja como queriéndose agarrar al folio blanco de la pared, las frases se entrecortan, se agarran unas a otras y siguen. El que escribe, cuerpo a tierra, se arrastra muy despacio, como una lagartija que se ha tragado un cordero. En los peores párrafos del final, sin embargo, camina erguido, sacando pecho; cuando intuye que la pasarela acaba en un cul-de-sac, disimula y se para, como luciéndose, mirando al público. Incluso sonríe, pero los dientes que enseña son de leche. ¿A quién pretende morder así? Ambos excesos son la cara y la cruz de la misma moneda:  «el desesperado compromiso con la angustia». Y aunque es innegable que los primeros eran los garabatos de alguien mucho más frágil y asustado que este último que pasea con la zancada más larga que el paso; también lo es que gracias a que entonces pude ver que personalmente no tenía nada que perder, salvo el miedo, ahora sé que lo que más miedo da es reconocer que no hay nada personal que ganar. Corregir es desaparecer. ¿Qué mejor que hacerlo en público?

 

[*]»Aux endroits où l’auteur, emporté par son élan, est allé droit au tout, où il s’est cru dispensé d’assembler pierre par pierre, où il n’a pas vu les joints, et, ne les voyant pas, ne les a pas comblées –c’est là que s’installe la moisissure du viellissement. Pour distinguer les joints, les limites de la pensée, il faut se critiquer soi-même.» 

W. Benjamin. OEuvres, vol. II, Folio, Paris, 2000, p. 324-325.

 

La versión de uno de los (dos) abogados

El lunes pasado publiqué aquí la minuta que le pasaron los abogados Pedro J. Pardo y Jorge Claret a Ahmed Tommouhi, después de que se hubiera hecho efectivo el cobro de la indemnización que le correspondía a Tommouhi por la condena revocada de Olesa.  Y publiqué que en esa minuta habían facturado procedimientos que no habían llevado ellos. Lo publiqué sin la versión de los abogados. Pardo y Claret no habían querido en ningún momento dar su versión sobre el modo en que se reclamó esa indemnización: le hicieron firmar una supuesta autorización para presentar un nuevo recurso de revisión, cuando en verdad lo que estaba firmando era una autorización para ellos poder reclamar la indemnización en su nombre. Yo di por hecho que los abogados tampoco iban a querer dar su versión sobre el contenido de la minuta, porque tendrían que darla también sobre el engaño original.  Me equivoqué. 

Pedro J. Pardo admitió el viernes por la tarde, en vistas de que así –minuta incluida– se va a publicar en el libro, que engañaron a su cliente para que firmara la reclamación de la indemnización. Ahmed Tommouhi no quería cobrar esa indemnización. No quería dinero del Estado que lo había condenado a casi doscientos años de cárcel, si antes no se investigaban los demás casos y el Supremo  reconocía  que también en ellos  habían sido condenados injustamente. Pardo justifica ese engaño, así como el hecho de que le facturaran procedimientos que no habían llevado ellos, en los siguientes términos: 

Sobre la firma, con engaño, de la solicitud:

1.-Nosotros hicimos lo que considerábamos que era lo mejor para el cliente. El cliente se pensaba que si pedíamos la indemnización se iban a olvidar del resto de asuntos. Y que no iban a estudiarlos. Nosotros sabiendo que no era así y que era mejor para el cliente, y sobre todo para su familia, pues lo hicimos.

2.- Era imposible hacerle entender que si cobraba esa indemnización, el estado no se iba a interesar más o menos por su situación. Era imposible hacerle entender que una cosa no tenía nada que ver con la otra. Pero nosotros pensamos en su bien, y sobre todo en el bien de su familia, y por eso hicimos esto. Éticamente no lo hicimos bien, pero lo hicimos por su bien.

Sobre la facturación de procedimientos que no habían llevado ellos: 

3.- Es que por los asuntos que llevamos nosotros, le cobramos muchos menos, y por eso con los que no habíamos llevado, compensamos. ¿Por qué? No lo sé, fue minutado por debajo de lo que cobraba el Colegio de Abogados. No lo sé, ya te digo, que no me acuerdo. No sé por qué lo hicimos así. Que le cobramos por debajo de las minutas del colegio de abogados, eso seguro.

4.- Fue una forma de repartir el coste entre todos los procedimientos: se cobró menos por los que se trabajó, y se cobró por los que no habíamos trabajado. Lo que hicimos fue calcular un total y dividir entre varios. Y por eso en todos es la misma cantidad.

5.- Porque claro, qué hacíamos con los procedimientos que nos hicimos cargo cuando ya se habían terminado. ¿Qué hago, no cobro nada? Nosotros nos hicimos cargo de todos los procedimientos, y nos los tuvimos que estudiar igual para luego presentar los recursos de revisón. Aunque en su día no hubiéramos intervenido… Y por eso lo hicimos así, para cobrarlo todo junto.  De hecho, cuando hemos tenido que hablar de su caso con los periodistas, por ejemplo, respondíamos por todas las causas. Si tú me preguntabas algo de la sección sexta, yo también te respondía.

Sobre la asistencia de Manuel Ollé a la vista del Supremo en 1997, que también se facturó, pero que no se le pagó al propio Ollé: 

6.- Ollé asistió a la vista del Supremo en el asunto de la revisión, pero nada más. Esa fue su participación. Luego no participó en nada más. Pero yo no tengo nada que ver con Ollé. Es Claret quien tiene que entenderse con él. Después le dijimos a Ahmed, guárdate dinero para el recurso de Estrasburgo. No se guardó nada. Tuvimos un enfrentemaiento a raíz de eso. Y cuando Ollé participó en el recurso de Estrasburgo, ya no llegamos a cobrar nada.  

 

Jorge Claret ha declinado esta mañana comentar los hechos. 

 

Conversación con M.

El 25 de abril de 2006, sobre las 21,58 horas, llamé a M., la chica violada en Olesa en 1991. Enseguida supo por qué la llamaba, qué era el «caso de Ahmed Tommouhi«. «Cómo no me voy a acordar», dijo.  Hablamos unos veinte minutos.

Yo estaba preparando un programa de radio: cuatro días después se cumplían siete años sin que el Gobierno hubiera resuelto el indulto de Tommouhi, y queríamos preguntarle al ministerio de Justicia los motivos del retraso. «Y qué quieres que yo te diga; como comprenderás no voy a estar a favor de eso», dijo. 

Esa postura me sorprendió. Era la segunda víctima con la que hablaba, o mejor dicho: la segunda chica violada, porque también había hablado con Álex, testigo apaleado de otras violaciones. Ella, sin embargo, es la única cuyo caso fue revisado: se analizaron unas muestras, años después de los hechos, y el ADN señaló que los violadores eran Antonio García Carbonell y un pariente suyo, y que Ahmed Tommouhi y Abderrazak Mounib, el otro marroquí que llevaba años en la cárcel por estos hechos, eran inocentes. 

«Yo al segundo juicio ni entré», dijo. Es una frase que sitúa muy bien esta historia. Mucha gente se empeñaba entonces que el caso Tommouhi no saliera de un recipiente muy concreto, fijo: en un asa, el día de su detención y en la otra, el día que se leyó la sentencia del último juicio, en enero de 1995. Se tapa la olla, se pone a fuego lento, y que se cueza en la cárcel. Las víctimas son algunas de esas personas. Por razones perfectamente comprensibles. M. descansó el día que condenaron a Tommouhi y a Mounib, y desde entonces, dijo, no quiere «saber nada»: «Lo único que quiero es olvidarlo». 

La olla se desbordó un día. La parte que le toca a M. ha sido hasta hoy la vía de escape más gorda. Por ahí se fue una de las condenas, revocada por el Tribunal Supremo en 1997, y hubo que repetir el juicio, un segundo juicio, en 1999. «Es que ni lo vi. Se declaró culpable y ya está». Antonio García Carbonell había sido condenado también por una ola de violaciones cometida durante la primavera de 1995. 

M. sigue al teléfono. «No entiendo por qué al principio sí que eran unos y luego otros. Si eran los mismos análisis; no sé, de verdad que nunca he entendido el por qué.» M. tiene una visión muy imprecisa del caso: «sólo yo y otras dos chicas denunciamos». En verdad denunciaron nueve. Sus ganas de olvidarlo todo van dando resultado: «sólo apareció ADN de uno, del que se murió»; «el otro sigue en la cárcel, pero es que pudo ser él». Le expliqué que no, que el análisis arrojó el perfil genético de dos hombres distintos. 

-¿Y por qué no detuvieron al otro también?», reclamó.

-No lo detuvieron porque no saben quién es; sólo saben eso, que es un familiar muy cercano suyo. Pero si a esa persona no se le extrae, como a García Carbonell, sangre que pueda compararse con los restos que sacaron de tu ropa, pues no se puede saber quién es. 

-No sé, la verdad, por qué al principio no había ADN y luego sí. 

-No es que no hubiera ADN. Lo que pasaba en 1991 es que la técnica no estaba todavía tan desarrollada como en 1997. Se analizaron los mismos restos, y la segunda vez sí que se puedieron extraer resultados…

-No sé, mira, ya me da igual todo, ¿sabes? Yo lo único que quiero es no volver a pensar en aquello. Que nadie me vuelva a hacer daño, que yo no haré daño a nadie. Y te entiendo a ti, que desde tu punto de vista, como periodista, quieras sacar el tema y que te parezca que estos señores son inocentes. Pero yo los vi, yo sé que son ellos. Yo los vi y mi cuerpo me dice que son ellos. Y a mi nadie me va a decir lo contrario. 

M. hablaba serena, encadenando las frases despacio pero sin pausas. A veces con contundencia. Cuando pasaba demasiado tiempo entre párrafo y párrafo, le preguntaba algo, me justificaba.

-A lo mejor hay una persona inocente en la cárcel, dije.

Ahmed Tommouhi seguía entonces en la cárcel. Abderrazak Mounib había muerto en abril de 2000, tres años después de que se descubriera el error. 

-Ya, pues lo siento, dijo. Yo también he sufrido lo mío, todos hemos sufrido…Si son inocentes, ¿por qué no los han indultado ya? A mí si tienen que indultarlos, que los indulten, tanto me va a dar. 

El Gobierno denegó finalmente el indulto el 30 de abril de 2008, nueve años, exactamente nueve años después de que lo hubiera solicitado en su favor el entonces fiscal jefe de Cataluña, José María Mena. Ahmed Tommouhi, en libertad condicional, sigue condenado por otras tres causas y un único motivo: que las víctimas, como M., lo señalaron.

Es tarde para corregirse

Desde hace un tiempo, organizo todo el trabajo en base a esta sóla consigna: aprieta los dientes y no mires para atrás. Así que a menudo vengo aquí con la misma noticia, pero distinto formato:  «cabalgo». La falta de tiempo está obligándome a tomar decisiones sobre la marcha, para solucionar ciertos problemas formales, que sorprenderán al trasluz de lo que he ido anunciado aquí: el capítulo más caprichoso, por ejemplo, se ha trasnformado en algo totalmente distinto y, estoy seguro, mucho mejor. El work in progress se está imprimiendo en la estructura del libro de una forma mucho más marcada de lo que imaginaba, y me gusta.  A partir del próximo lunes, sin embargo, si es que llego por fin a enviar el  manuscrito, desgranaré aquí lo más importante que todavía no he dicho –porque no lo he terminado de escribir–. Creo que febrero será un mes interesante y no sólo porque vaya a ser el último. 

Mientras tanto, y por si acaso, que vayan subiendo los títulos de crédito con esta música de fondo.

La condensación (semen seco)

La gran tentación es abusar de la palabra «inocente». En el documental  De Nens, se ve al presidente del tribunal advirtiendo, no sé si al testigo o al defensor que pregunta, que el concepto «inocente» sólo tiene una interpretación posible, y es jurídica. Estoy de acuerdo.

En este caso es fácil abusar de él sin correr además ningún riesgo: el recurso literario está cantado desde que en el caso de Olesa se demostró científicamente que eran inocentes y así fue reconocido por el Tribunal Supremo. Se llama generalización. Siempre me ha parecido ridículo ese (ab)uso, y que al único que absuelve además es al que abusa, no a los condenados: nadie mejor que Tommouhi lo ha expresado: «estoy en la calle, pero sigo estando condenado», me dijo la primera vez que lo vi en Martorell.

Una juez, joven y profesional –defendía que su profesión tenía una relación directa con la verdad de las cosas–, me señaló los riesgos  que supondría publicar que alguien es inocente existiendo sentencia firme. El Consejo (General del Poder Judicial) no lo consentiría, algo así vino a decir. Yo creo que se toma demasiado en serio al Consejo. Aunque confieso que no me he informado a fondo sobre este asunto; sobre los riesgos. Teniendo en cuenta que la ponente de la sentencia firme contra la que se dirigirá esa afirmación es vocal de ese Consejo, la cosa va cogiendo interés. 

En el caso de Cornellà todos mis desvelos han ido en ese sentido. Este párrafo condensa, achicada el agua al comienzo de uno de los capítulos, el trabajo del caso:

Margarita Robles Fernández, Gérard Thomàs Andreu y Felipe Soler Ferrer condenaron por violación a un hombre distinto del que eyaculó dentro de N.F.  la noche del 7 de noviembre de 1991 en Cornellà y cuyo semen se recuperó deshidratado en la zona vaginal de la braga. El violador continúa impune. Ahmed Tommouhi, cumpliendo condena. Siempre me había resistido a creer que fuera sólo un acto de soberbia. La sentencia muestra ahora que antes hubo un problema de ignorancia: no entendieron el informe pericial.  

Es cierta cada una de sus frases, y así se publicará. Que esto se pueda escribir y publicar debería, en un estado de derecho digno de ese nombre, dar lugar a dos únicas  consecuencias: que se demuestre que es falso y que se castigue en consecuencia a quien lo escribe; o que se demuestre, y se reconozca jurídicamente, la verdad que contiene. De lo contrario, sería admitir que tres chamanes puedan arruinar la vida de un inocente (y consentir de hecho la impunidad).

Esta otra breve, precisa y admirable sentencia del Supremo abre, en mi opinión, el camino jurisprudencial para la segunda opción. Deberían leerla todos los que, verdaderamente, tienen algún interés íntimo, esto es, común, en este caso.

Brians, 13 de Marzo de 1997

Del inocente Abderrazak Mounib, que se está pudriendo, por la cara y por error judicial desde el 13 de noviembre de 1991, dentro de la cárcel, pagando la culpa de otros, verdaderos culpables de los hechos, al excelentísimo Don Reyes Benítez Redondo:

Es un gran honor escribirle esta carta, en la que le hago llegar todos mis respetos hacia usted. En ella tengo que explicarle, señor don Reyes, que estoy en huelga de hambre desde el 4 de marzo de 1997. Porque estoy muy harto, señor, y ya no puedo aguantar más. Pienso que la muerte, para mí, es la única solución. Por eso le aviso a usted de la huelga. Por un lado le agradezco muchísimo y de corazón todo el buen trabajo que ha hecho para salvanos a nosotros, dos inocentes. Y yo, Abderrazak Mounib, pido a Dios y al Corán, que le guarden a usted y a su familia entera, y que le ponga en su camino flores y azahar, que le protejan, a usted y a su familia, y que Dios le bendiga a usted y a su familia entera, don Reyes.  Un abrazo muy fuerte, de corazón, y un gran saludo de mi alma, don Reyes.

El inocente, Abderrazak Mounib.

Un saludo cordial.

 

carta_mounib_brians

El título definitivo, un subtítulo provisional y una posible contraportada (a modo de explicación)

Un esfuerzo más si queremos ser curiosos: lo que anuncia el título de la entrada puede leerse  aquí.

Índice

PRIMERA PARTE: HECHOS PROBADOS

1.-Cuatro años después

2.-Otoño de 1991

3.-Detenciones

4.-Primavera de 1995

5.-Primer informe

SEGUNDA PARTE: DESHECHOS

6.-Primera visita al preso

7.-El periodismo realmente existente (?)

8.-Cortar y pegar

9.-La Junquera, lugar de paso

10.-Un reportaje abierto sobre un caso cerrado

11.-Si la letra con sangre entra

12.-Más de mil muertos después

13.-Vilafranca: El inculpado tiene uno de los dos bigotes

14.-Lo real y su representación jurídica

15.-Libertad condicional

16.-Terrassa: Una investigación racional y rigurosa

17.-«No he tenido nunca ninguna duda»

18.-La cárcel

19.-Gavà: El juez Iglesias

20.-El nombre y la impunidad

21.-Idiosincrasia

22.-El violador y el periodista

23.-Carta de Ahmed Tommouhi a sus abogados

24.-Olesa: Detención, señalamiento, instrucción, juicio y condena de dos inocentes

25.-Un polimorfismo muy tonto

26.-El impasse

27.-Ministerio de Justicia Poética

28.-Segundo informe y la revisión del recurso

29.-Alá, redactor jefe

30.-Audiencia Pública: Gerard Thomàs

31.-Cornellà I: Visto para sentencia

32.-La sentencia

33.-Cornellà II: El semen en tinta se diluye

34.-Carta abieta a una magistrada

35.-Ella era así (en 1996)

36.-La condensación: Efectismo y dialéctica

37.-Una pistola verdaderamente humeante

38.-Tarragona: (?)

39.-Los abogados

40.-«Como un pollo sin cabeza»

41.-La desaparición del público

42.-El infatigable hombre de la nada

43.-El efecto compromiso

44.-Subir las persianas

TERCERA PARTE: HECHOS NUEVOS

45.-Informe para un tribunal (?)

Dentro-fuera, de la cárcel y de la cabeza

«Si me mandan un DNI para venirme a ver, o me mandan un teléfono, o una dirección, vale. Pero escribir a mi hijo o a mi hija, aquí, o en Marruecos, nunca. Ni cartas ni nada. A veces, cuando me mandaban una carta, Omar la sacaba del sobre, la metía en otro con mi dirección de aquí de Brians y me la dejaba. Pero nada de palabras graves. No. Hola, saludos, estamos bien, y ya está. Yo se lo dije: no quiero cuentos. Que si ha pasado esto, que si lo otro, que si no sé qué. Nstchchch, nstchchch. Mucha gente a la que le cuentan todo lo que pasa fuera se vuelven locos dentro, ¿me entiendes? Muchos. Si no sabes cómo arreglar esos problemas, y te llegan cartas, el teléfono, no sé qué; y hoy no duermes, mañana tampoco, la semana que viene igual, la sangre te come y cuando te das cuenta ya estás hablando solo. ¿Sí o no? [risas] Que me cago en no sé qué, que me cago en el rey: ya estás hablando solo. Te lo digo yo que he pasado 15 años con gente que estaba bien…El problema no es la droga, no es sólo la droga de la cárcel. Lo otro también es un problema. Si te llegan malas noticias, hoy, mañana, durante un tiempo, no tardarás tanto que te veas hablando solo. No sabes cómo ponerte; vas a pedir mediación y vas a dormir. Pero si esa medicación te la tomas dos o tres veces, fuuuuch [acompaña el cortante sonido con un gesto del brazo y la mano como una hoz]; cuando piden la medicación y le traen los potitos, se vuelven como cabras. Cuando los llaman para la comida no van a comer. ¡A comer! Y van los últimos. Y si no lo toman…Había uno conmigo que tomó esa medicación durante mucho tiempo. Y aún así, cuando gritaba mucho, se lo llevaban y le inyectaban aquí [en el brazo]; se quedaba quince días por los suelos. Sólo pedía agua, o por favor vete a buscar un café y invitame…Y más potitos…Pero cuando le inyectaban esa vacuna, se quedaba quince días muy grave. ¡En el suelo! Yo dormía con él. Pasaba tiempo conmigo, hablaba con él: bla-bla-bla-bla-bla. Me cargaba un poco. Ya está, le dije: no te tomes más esa medicación. Habla con ellos, con educación, despacio: sin gritar, sin chillarles, porque si no te llevarán otra vez. Estuvo un día o dos sin tomar nada. Una mañana se levantó así: bailando sólo: aaaahaaaahaahhaah [hace temblar su voz y su cuerpo], ¿me entiendes? De verdad. Le dije: ¿qué te pasa? Mira, Ahmed, me dijo: no querías que tomara nada y mira cómo estoy. Esa mañana, a la hora del desayuno y del café, le trajeron la medicación. Rápido. La tomó y se quedó dormido. Luego, se quedó en una toma al día. Por lo menos, eso le hizo bien para su alteración…La gente me decía: ya ves…Cada tanto, no mucho tiempo, te encuentras en el patio uno así, ¿me entiendes? Por eso vienen esos problemas: porque les llega esto, les llega lo otro…Como mucho, si uno es muy fuerte, aguantará un año, tragándose noticias. Si es fuerte. Un año aguanta. Si tienes condena larga, porque si tienes una condena de un año, dos o tres, sabes que va a pasar rápido y no te comes mucho el coco si viene la familia, o te llaman, no pasa nada; pero si tienes mucha condena… Gente normal que por la tarde se ha vuelto loca.»

(Ahmed Tommouhi, Martorell, octubre de 2008)

El capítulo más caprichoso

25.-OLESA: SEÑALAMIENTO, INSTRUCCIÓN, JUICIO Y CONDENA DE DOS INOCENTES
 
 
 I
 
 
El médico forense interino del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Martorell, José Manuel Benítez Moreno, ha procedido a reconocer a M., a las 04 horas del [6 de noviembre de 1991].
   
Las lesiones observadas pueden tener una data aproximada de 4 a 6 horas, por los signos flogóticos que presentan, siendo compatibles con agresión sexual en forma de violación. No se aprecian lesiones de defensa en manos ni uñas.
 
 
II
 
M: «Que es el 4º empezando por la izquierda«
JJ: «Que le parece que es el 4º empezando por la izqda. Ya que su aspecto físico es como el que le pegó«.
 
 
III
 
 
M: «Que reconoce sin ninguna duda al 1º y al 3º como los inculpados«
  
 
  IV
 
Los hechos relatados […] revisten y salvo ulterior calificación los caracteres de delito de Violación, rapto, robo y detención ilegal y apareciendo de las actuaciones indicios racionales de criminalidad contra Ahmed Tommouhi y Abderrazak Mounib, procede decretar su procesamiento […].
 
 
 
A preguntas de S. Sª si el declarante tuvo acceso carnal con la chica manifiesta que no.
A preguntas de S.Sª si Ahmed tuvo acceso carnal manifiesta que no lo conocía y no estuvo con él.
 
 
  VI
 
A preguntas de S. Sª sobre si sobre si yació con la chica, manifiesta que no, reiterando que no conoce a la citada pareja ni conocía entonces a Abderrazak y que está dispuesto a hacerse cualquier análisis.
 
 
VII
 
La supuesta participación de mi defendido se basa única y exclusivamente en la identificación que se realiza, por parte de JJ. y M., de los procesados como autores de los hechos […], sin que dicha identificación venga avalada por ningún dato objetivo, olvidándose por parte del Juzgado que una identificación no es más que la base sobre la que se debe empezar a trabajar para probar que el identificado es el autor de delito o para llegar a la conclusión de que se ha sufrido un error en la identificación por parte de las víctimas.
 
Si bien puede considerarse como indicio suficiente para dictar Auto de Procesamiento el reconocimiento Judicial efectuado, es evidente que antes de dictar un Auto de tanta importancia como es el de Procesamiento, deberían haberse efectuado las investigaciones necesarias para contrastar con datos objetivos lo que es tan sólo una apreciación subjetiva y más si tenemos en consideración las circunstancias en que se produjeron los hechos denunciados: […] a pesar de llevar los agresores una linterna, sólo la usaron para alumbrar directamente a los ojos de la dicente o al suelo. En estas circunstancias se hace difícil a esta representación aceptar, sin más, la identificación realizada por las supuestas víctimas.  
 
Por ello entendemos que antes de dictar el Auto que se recurre, se debería haber tomado declaración a los ahora procesados, lo que no se hizo al menos en este Juzgado, hasta el mismo momento en que se  les notificó el Auto, es decir el pasado día 24 de abril. De esta manera (…) se podrían haber realizado las comprobaciones necesarias para el mejor esclarecimiento de los hechos, especialmente en relación con la enfermedad que presenta mi principal, que no es otra que “Hidrocele grado II-III”, que le impide tener relaciones sexuales y también en relación con su estancia, en la fecha de los hechos, en la localidad de La Junquera.
   
 
VIII
   
De lo instruido resulta que las únicas pruebas de cargo existentes son las declaraciones de las víctimas: J. J. manifiesta que “LE PARECE que es el 4º”, es decir mi defendido, por lo que entendemos que su declaración no puede ser definitiva para procesar; manifiesta doña M., en su primera Rueda en Terrassa (13-11-1991): “Que es el 4º empezando por la izquierda” y al día siguiente en Barcelona “Que reconoce SIN NINGUNA DUDA al 1º”. ¿Es que el día anterior tenía dudas? Creemos que en la segunda rueda se reafirma en la acusación porque el día anterior había visto al acusado, no porque realmente tuviera una mayor convicción. En resumen que de las dos víctimas, una de ellas no reconoce a mi defendido y la otra creemos que se ha dejado llevar por su comprensible ofuscamiento al haber transcurrido pocos días desde la comisión del delito; nos merece mayor aceptación la declaración del Sr. JJ, precisamente porque ha sufrido menos las consecuencias del delito y su declaración es más objetiva y desapasionada. A tener en cuenta asimismo que los hechos ocurrieron durante la noche y en lugar no iluminado, por lo que se hace más difícil la identificación. […]
 
Constan en el sumario cuatro muestras y análisis del esperma encontrado en el cuerpo y ropa de Doña M., […]; como ya manifestó el procesado ante este Juzgado el 24-4-92 “está dispuesto a hacerse cualquier análisis” y esto es precisamente lo que se solicita: análisis del esperma del procesado a fin de compararlo con el existente en el sumario y verificar su similitud o diferencia.
 
Manifestó igualmente mi defendido (24-4-92) que el día en que ocurrieron los hechos, 5 de Noviembre de 1991, como varios anteriores y posteriores, se encontraba residiendo en un almacén con su hermano y varios marroquíes más; si bien no sabía exactamente la dirección, ésta es la siguiente: calle Rutlla, nº 3, Martorell.
 
Los nombres de algunos de ellos son los siguientes: Omar Tommouhi (hermano del procesado, con domicilio actual en calle Mur, Nº 74, 1º de Martorell; ZARFANI TOHAME, ALOAME BOLALI, MASARE AHMAD Y MAODE MOHAMED, todos ellos, actualmente residen en la calle DALT, nº 66, 1º de Martorell. Todos ellos acreditarán que el inculpado estuvo con ellos el día de Autos y comparecerán a declarar voluntariamente, sin necesidad de ser citados si el juzgado lo estima oportuno.
   
 
IX
 
 
J.J, 17 años, planchista: 
 
Preguntado sobre si vio perfectamente la cara de dichos individuos, el declarante manifiesta que en el exterior hay luz suficiente, lo que pasa es que entre que le deslumbraban con la linterna y los nervios, no pudo ver perfectamente la cara, aunque sí la silueta y el aspecto que tenían y que luego en la rueda de reconocimiento los distinguió ya que le impactaron.
 
 
X
 
M., 21 años, estudiante: 
   
Preguntada si las demás personas que participaron en la rueda de reconocimiento eran de características similares a los procesados, la declarante manifiesta que si bien miró a todos los individuos sólo vio o se fijó en los que reconoció.
 
 
XI
 
 
Teniendo en cuenta que no se han alegado hechos ni argumentos que no se hubieran previsto al decretar el procesamiento de cuyo auto se pide la reforma y, subsistiendo los indicios racionales que lo motivaron, procede mantenerlo en todas sus partes.
 
 
 
XII 
 
 
D. Xavier Castellvell i Diez, abogado designado por el turno de oficio y ostentando la representación del procesado Ab. Mounib por carecer todavía éste de Procurador de los Tribunales que le represente, como mejor proceda, DIGO:  
 
Que habiendo tenido conocimiento esta representación [de] que el procesado Abderrazak Mounib fue reconocido fotográficamente en el Sumario 5/91 del Juzgado de Instrucción nº 1 de los de Blanes (Rollo 58/92 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Girona), como autor de un delito de violación cometido en la meritada localidad de Blanes, violación que por otro lado, al parecer, presenta características muy semejantes (modus operandi) a las del hecho objeto del presente procedimiento, y habiéndose acreditado posteriormente la imposibilidad material de que mi representado hubiera cometido aquel delito, por lo que evidentemente en el reconocimiento fotográfico efectuado se había cometido un grave errror, es por lo que considerando todo ello de gran importancia para el esclarecimiento de los hechos objeto del presente procedimiento, intereso y solicito se libre despacho dirigido a la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de Girona, para que por la misma se expida y remita a éste Juzgado testimonio de la totalidad de dichas actuaciones (Sumario 5/91 del Juzgado nº1 de los de Blanes). […]
 
Solicito asimismo que por la Policía Judicial, previa la correspondiente investigación que realice, remita a este Juzgado informe sobre si con anterioridad al mes de noviembre de 1991, existía algún tipo de relación entre el procesado Abderrazak Mounib, vendedor ambulante, vecino de Barcelona, calle Metges nº 17, 5º-2ª y el otro procesado, Ahmed Tommouhi, albañil, vecino de Sant Feliu de Guixols, calle Alicante nº 104. 
 
AL JUZGADO SUPLICO que habiendo por presentado este escrito, se sirva admitirlo y en sus méritos acordar la práctica de las diligencias que se interesan. 
 
 
XIII 
 
En la Audiencia Provincial de Barcelona, a veintitrés de Marzo de mil novecientos noventa y cuatro. […] El Sr. Presidente declaró abierta la sesión, y preguntados los procesados si se confesaban reos del delito que se les acusa, contestan
 
Que no.—–
 
1.- Dada cuenta del hecho, con la lectura de los escritos de conclusiones y lista de testigos y peritos, se pasó la práctica de las pruebas, se dio cuenta de la documental propuesta y se examinó al procesado Abderrazak Mounib, quien una vez exhortado a decir la verdad, […] contesta:
 
–“No estuve en Olesa; estaba en la Jonquera vendiendo por el día y por la noche. El día 5 estaba allí trabajando; estuve en el Club Valverde hasta las 2 y ½ de la noche. Cuando me detuvieron tenía el mismo aspecto físico que ahora. Estoy enfermo y debo operarme. La Guardia Civil les llevó una foto antigua de hace más de diez años [de hacía casi siete, en concreto]. En la rueda estaba yo, el otro acusado, 2 guardias, y un español con barba.
 
Fui 3 días a La Junquera a vender bisutería y pasé esos días allí. Tengo mujer y 4 hijos. He aprendido español en la cárcel, donde doy clases. Antes hablaba “español poco”, para vender “ya me valía”. Ese día estaba en La Junquera.
 
Conozco al otro procesado de “cuando le esposa la Policía y nos llevan a la cárcel”. Antes no lo lo conocía “jamás en la vida”. No nos detuvieron el mismo día. La primera vez que vi al otro procesado fue con motivo de nuestra detención.
 
Habitualmente vendo ambulante en La Junquera. Me quedo allí dos o tres días y vuelvo a buscar mercancía. “Yo vivía aquí en Barcelona”, “siempre he vivido en Barcelona”; nunca en Sant Feliu de Guixols. No vi al otro procesado hasta el día de la detención, no nos detuvieron juntos; sino que lo veo detenido, en la Cárcel. La fotografía por la que fui reconocido era de hace unos diez años [de hacía casi siete, en concreto]. Padezco enfermedad hidrocele desde 1988/1989. No puedo estar mucho en pie, es una enfermedad “en el pene”; y ello me impide realizar el acto sexual, tengo esa enfermedad de finales de 88 o principios del 89. Tenían que operarme en la Cruz Roja poco tiempo antes de la detención. Tengo lesión en esta mano (indica su mano derecha). Mido 1,77 descalzo y calzado 1,79 ó 1,80.
 
 
2.- Interrogatorio del procesado Ahmed Tommout [sic], que indica que no entiende bien el español y que solicita un intérprete, lo que corrobora su letrado y a cuya solicitud [accede el Tribunal]. Y no habiendo ninguno disponible, por el oficial habilitado se telefoneó al Sr. Kamel, quien indicó que se trasladaría ante el Tribunal a la mayor brevedad.
 
[ º ]
 
Con la presencia del intérprete Kamel Salim Manssur, intérprete jurado, previo juramento, se procede a interrogar al procesado Ahmed Tommouch […], dice:
 
–Sabe de lo que se le acusa pero está injustamente aquí. El día 5/XI/1991 no estuvo en Olesa. Nunca ha escuchado ese nombre, es la 1ª vez que oye ese nombre. No conocía al otro procesado hasta que lo traen a la Cárcel. No puede explicar por qué le han reconocido.
 
Soy albañil. Trabajaba en Sant Feliu de Guixols. Antes de ser detenido, estaba trabajando en Terrassa y el 5º día fue detenido, antes trabajaba en Sant Feliu. En Martorell no ha vivido ni trabajado. El 25 de Octubre fue a Martorell a visitar a su hermano. No conozco Olesa. No he estado en Olesa. (Se le exhiben folios 24, 25 y 26). No conoce esta casa, no ha estado nunca en esta casa de las fotografías. Cuando fue detenido había otro marroquí que vivía en el mismo sitio y detuvieron a este otro marroquí, que dejaron en libertad. No ha tocado a ninguna mujer; no sé si me han reconocido; yo no vi a nadie; por lo de Tarragona. En el juicio de Tarragona, que aún no se ha celebrado, se le acusa de 2 violaciones. Yo no he hecho nada. Al principio me dijeron que había violado a 17 mujeres.
 
Cuando fui detenido vivía en una pensión, cuyo nombre no sabe y había dos marroquíes viviendo con él. Ninguno de ellos es el procesado Mounib, a este señor es la 1ª vez que lo ve es en la detención. No sabe que ropa encontró la Policía. Detuvieron a otra persona, pero la dejaron en libertad.

 

Me habían informado [de] que había violado a 17 mujeres. Yo no quiero ocultar al tribunal estas acusaciones. Una chica de otro proceso me habló, no sé lo que decía, y en esa ocasión fui absuelto de aquella acusación. Cuando me detuvieron detuvieron llevaba en España 2 años y medio. En este tiempo sólo conocía el nombre de las herramientas de trabajo, pero como vivía con marroquíes, no precisaba ni sabía español. No se conducir “ni una moto”. Ganaba alrededor de 200.000 ptas/mes que ingresaba en el Banco y lleva a Marruecos a sus hijos. No he alquilado ningún coche porque no sé “conducir”. No tengo ningún amigo que tenga un “Peugeot 204” ni conozco ese tipo de vehículo. En Gerona me llevaban al trabajo en furgoneta. No sé determinar mi estatura, nunca me he medido. Detuvieron a otro chico y a mí. La policía me intervino la ropa de trabajo. No tengo ningún pantalón de color marrón. Estoy casado y tengo 3 hijos.
 
 
3.- A continuación declara la víctima, M., 24 años de edad:
 
[Las primeras cuatro líneas son ilegibles] sacan un palo y golpean a J.J.; nos obligan a ir hacia una caseta. Allí ataron a J. J. a una carretilla. Nos sienta cabeza abajo. De los dos, uno mandaba, el que hablaba castellano. Cogieron una manta, nos ataron las manos a la espalda. Era una caseta de madera, de huertos, al que llegamos en “unos minutos”; nos amenzazaron con un palo. En el interior de la caseta, me registraron, me quitaron la cartera. A J.J. no. Lo del dinero “fue al final”, cuando J. J. ya estaba atado. 1º atan a J.J., luego me quitan la cartera y después [] “violaron los dos”, mientras uno me violaba el otro “vigilaba fuera”. El lugar era oscuro, pero a unos metros de la caseta había una farola. “Ellos nos alumbraron con una linterna”. Dentro les vi bien la cara; les podía ver también, antes, fuera. Hice 2 ruedas en Terrassa y en Barcelona: ratifico esos reconocimientos, estoy segura; en ese momento no tuve ninguna duda de que eran ellos. La Guardia Civil en Martorell nos enseñó muchas fotos y reconocí a él (indica a Abderrazak). Al otro, Ahmed Tomout [sic] le reconocí en 2 ruedas: en Terrassa y Barcelona. Precisé tratamiento psicológico y psiquiátrico, y aún estoy en tratamiento. Antes de ese día no les había visto nunca. No recuerdo cuanto tiempo transcurrió. [una frase cortada por el bajo del folio] A mí cuando me pegaban con el palo para que callara”. Tuve las lesiones por la violación, porque me pegaban para que no gritara”, “me mordían”, “me pegaban en la barriga”.
 
Antes de los hechos vimos pasar el coche, pero no le dimos importancia, y se paró (el coche) en el camino de la caseta. (Se le exhibe folio 24, fotografías 1.2.), reconoce que “es en esta caseta donde pasó todo”. A J. J. le pegó con un palo “el que lleva gafas” (se refiere a Abderrazak) y el otro le alumbró y vi sangre en cara y manos. A mí me obligaba a ir a la caseta “él” (señala a Ahmed Tommouhi). (Se le exhibe fotografía) “es donde pasó todo”. El de gafas (Abderrazak) salió y volvió con una manta, y antes el otro (Tommout) le había dicho algo en árabe, que no entendí. Reconoce todas las fotografías. Se hicieron pasar por Policías todo el tiempo “no nos dijeron otra cosa”. El que “mandaba” (se dirige a Tommout) me rompió cazadora, pantalones y bragas, él también fue el que me obligó a entregarle el dinero y la cartera. Dentro de la caseta el palo lo tenía ese señor (Tommout) y “me daba con el palo para que me callara”. Era un palo largo y grueso. Había una linterna, no recuerda donde estaba, pero sí que la lintera estaba “dentro” y con esa luz podía ver el rostro del autor.
 
Cuando los reconocí en el juzgado, antes había reconocido en fotografía a “esa persona”; yo estaba convencida de que esa persona de la fotografía era una de las que me había violado. La otra la reconocí en rueda, no en fotografía. Uno era el jefe, y hablaba español “que se entendía”, era ése (señala a Tommouth). No sé quién era el que conducía. Mi compañero, a partir del golpe estaba mal. Se lo dieron al decirles nosotros “que se identificaran”. “Si veo a una persona la puedo reconocer, y más en una cosa así.”. “Cuando le hacen algo así te acuerdas toda la vida”.
 
Había una farola “más lejos” y la linterna que llevaban. No había más luz artificial. Había luna. En el interior había solo la linterna: una sola linterna. Me enfocaban a la cara. El de gafas (Abderrazak) era el que obedecía y no hablaba español; no sé el idioma que hablaban” “sería moro”; no era inglés, ni francés, ni alemán. Me mordieron, concretamente el primero. Les “vi bien la cara”. En la fotografía reconocí al primero, pero “lo vi más claro cuando lo vi en persona”. (Se le lee el folio 215, párrafo 2º) ratifica su declaración. En la rueda, inmediatamente, las reconocí, a esas dos personas “seguro” las demás personas que formaban la rueda [borde folio: ¿no? ]las vi. La foto la había visto “hacía mucho tiempo.” “Vi claro que eran esas 2 personas”. “No he tenido nunca ninguna duda”, respecto a que los procesados son autores de los hechos. Me defendí, tenía las manos atadas.
 
A preguntas del Presidente [del Tribunal]: Sólo reconocí en fotografía a uno de ellos; “el primero de aquí” (Abderrazak Mounib)
 
4.- A continuación, interrogatorio del Testigo de la acusación, JJ., [de 19 años de edad]:
 
Estábamos con M.  parados, en Camí Can Pou. Pasó un Peugeot, y no le dimos importancia. Cuando nos íbamos aparecieron 2 señores diciendo que eran Policías; uno lo dijo en castellano; que fuéramos a la caseta; porque había habido un robo; les pedimos que se identificaran, nos queríamos ir, me cogió del brazo y se “liaron a palazos conmigo”. Era un tronco bastante grueso. Me golpeó uno de ellos. Sangraba mucho, me asusté. Nos dijeron que fuésemos para abajo, me cogen por detrás por el cuello. Entramos en la caseta, me dejan sentado; estaba atendido, me ataron en una carretilla, y entonces cogieron a M.  Nos pidieron las llaves de las motos, a ella le pidieron la cartera, le quitaron algo de dinero. M. “se resistía; él le pegaba; pegaba tirones a la ropa. Mientras uno la agredía, el otro salía fuera a [ilegible] entre ellos, nos pareció en árabe; cuando acabó, uno salió (el cabecilla) entró el otro “y fue más rápido y no la pegaba”. En las esquinas había “luz de la fábrica, la luz de la luna y la farola”. Ellos llevaban una linterna “yo identificarlos ciertos, no puedo”. Solo las “siluetas”. En la rueda, “creí que era una persona, por su fisonomía, me impactó”. Concretamente me parecía el que me pegó al que creí reconocer. Con certeza no lo puedo decir, porque “me quedé aturdido”.
 
El “cabecilla” fue el que la matrató, empujones, golpes y si se resistía le daba con el palo. Ellos pusieron una manta no sé de donde salió. El más moreno, más grueso, más voluminoso, fue el que me golpeó.
 
Posteriormente, he hablado con M. Yo le pregunté a ella, y, ella me dijo que estaba “muy segura”.
 
El rostro “perfecto” no lo vi. Vi la silueta, el cuerpo. […] Aunque primero dije que había 2 linternas, pero luego al pensar, creo que sólo había 1 linterna con la que nos enfocaban y a veces nos deslumbraban.
 
 
 
XIV
 
 
D. Alberto Chiner Noria [†] y D. Luis Borras Roca, Médicos Forenses de Barcelona, manifiestan que de acuerdo con lo solicitado (…) han procedido a reconocer a Abderrazak Mounib con el siguiente resultado:

 

Se trata de un individuo que presenta las siguientes lesiones:
 
–Fractura mal consolidada con callo hipertrófico que dificulta la flexión de los últimos dedos en sus últimos grados de flexión.
 
–Exóstosis en la tuberosidad mayor del calcáneo que produce limitación de escasa entidad de los movimientos de la articulación del tobillo.

–Hidrocele en el testículo derecho del tamaño de una manzana mediana.

 

 
CONCLUSIÓN
 
Dado el tamaño del hidrocele, en relación con el miembro, existe una grave dificultad para la penetración que sólo puede realizarse con colaboración de la pareja. Esta dificultad es fundamentalmente de tipo mecánico.
 
Es todo cuanto tiene el honor de informar, según sus reales saber y entender, firmándolo en Barcelona, a 23 de [borde del folio fotocopiado]e mil novecientos noventa y cuatro.
 
 
 
 
XV
 
Testifical de Juan Manuel, 29 años:
 
Fui agredido junto con una chica cuando estábamos en Blanes, en un descampado; se acercó a nuestro coche un individuo que golpeó el cristal de la ventanilla, me golpeó con una barra y me amenazaron con una pistola. Y mi mujer fue violada. Eran dos, uno de raza magrebí, el otro no lo sé porque llevaba la cara tapada. Eran de 1,75 a 1,80. en comisaría, en fotografías, reconocí a alguien, en aquel momento estaba seguro que fue esa persona (reconoce folio 344). [La fotografía es de Abderrazak Mounib]
 
 
XVI
 
 
Estas fotografías [pertenecientes a Abderrazak Mounib] fueron remitidas a varios puestos de la Guardia Civil en donde se habían cometido este tipo de delito, dando como resultado de que en el Puesto de Blanes es reconocido por  M.J. y Juan Manuel […] como la persona que en fecha 25 de noviembre de 1991 cometió el delito de violación junto con otro individuo en la localidad de Blanes.
 
Efectuadas gestiones por parte de esa Unidad se averigua que el citado individuo se encuentra internado en prisión desde el pasado 13 de noviembre del pasado año y continúa actualmente internado, por lo cual no pudo ser el autor de la violación cometida en Blanes, debiéndose el error en el reconocimiento posiblemente a que los autores son de similares características físicas […].
 
 
 
 
XVII
 
En cumplimiento a lo interesado en escrito de fecha de 24 de Septiembre de 1992, de ese juzgado, sobre si existía algún tipo de relación entre el procesado ABDERRAZAK MOUNIB, vendedor ambulante, vecino de Barcelona, c/ Metges nº 17-5º-2ª y el procesado AHMED TOMMOUCH [sic], albañil, vecino de Sant Feliu de Guixols, c/ Alicante nº 104, con anterioridad al mes de Noviembre de 1991, tengo el honor de participar a V.I., que de las gestiones practicadas no se ha podido determinar ningún tipo de relación entre ambos […].
 
XVIII
 
 
Por el Presidente se pregunta a los procesados si desean añadir algo. 
Ahmed Tommouch: «Me presté a todo para comprobar mi inocencia«.
Abderrazak Mounib: «No sé nada de esto«
 
Se declara concluso para sentencia.
 
XIX
 
 
Ilmos. Sres.
D. MODESTO ARIÑEZ LAZARO
Dª ELENA GUINDULAIN OLIVERAS
Dª NURIA ZAMORA PEREZ
 
En la ciudad de Barcelona, a veintidos de abril de mil novecientos noventa y cuatro.
 […] 
FUNDAMENTOS DE DERECHO
 
De dichos delitos son responsables en concepto de autores ambos acusados.
 
Dicha autoría resulta de las dos diligencias de reconocimiento en rueda efectuadas en fase sumarial por M. el 13 y el 14-11-91, ambas realizadas en Juzgados de Instrucción distintos y formados con sujetos diferentes en los que sus componentes eran marroquíes a excepción de uno en la última rueda.
[…]
 FALLO 
 
Debemos condenar y condenamos a  Ahmed Tommouch [sic] y Abderrazak Mounib como autores responsables de los siguientes delitos, sin concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal; a) de un delito de robo con violación, precedentemente definido a la pena para cada uno de ellos de 27 años de Reclusión Mayor; a) de otro delito de violación también definido, a la pena para cada uno de ellos de doce años y un día de Reclusión menor; c) de un  delito de detenicón ilegal, asimismo definido, a la pena para cada uno de ellos de 6 años y un día de Presión Mayor; d) de un delito de lesiones, ya definido, a la pena para cada uno de ellos de 3 años de presión menor; e) de otro delito de lesiones, también definido a la pena para cada uno de 3 años menor, a las accesorias en todos los supuestos de suspensión de todo cargo público y derecho de sufragio durante su condena y al pago de 10/12 partes de las cosatas procesales incluidas las de la acusación particular, con aplicación de la regla 2ª del art. 70 del C.P.
***
FUENTES de las citas:
 
 
I.- Informe médico-forense,  Martorell, 6 de noviembre de 1991.
II.-  Rueda de reconocimiento, Terrassa, 13 de Noviembre de 1991.
III.- Rueda de reconocimiento, Barcelona, 14 de Noviembre de 1991.
IV.- Auto de Procesamiento, Martorell a 10 de Abril de 1992.
V.- Declaración de Abderrazak Mounib, Martorell, 24 de abril de 1992.
 VI.-Declaración de Ahmed Tommouhi, Martorell, 24 de abril de 1992.
VII.- Recurso de Reforma y Subsidiario de Apelación, Xavier Castellvell I Diez, abogado de Abderrazak Mounib. Martorell, 27 de Abril de 1992. 
VIII.- Recurso de Reforma y Subsidiario de Apelación: Desiderio Fernández Martínez, abogado de Ahmed Tommouhi. Martorell, 27 de Abril de 1992.
IX.- Declaración de JJ, Martorell, 19 de mayo de 1992.
X.- Declaración de M., Martorell, 19 de mayo de 1992.
XI.-  Auto del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Martorell, 27 de mayo de 1992.
XII.-  Escrito al juzgado, Xavier Castellvell i Diez.  Martorell a 21 de setiembre de 1992.
XIII .- Acta del Juicio Oral, Sección Quinta, 23 Marzo de 1994.
XIV.- Informe aportado a la causa y dado por reproducido en la vista oral, 23 de Marzo de 1994.
XV.- Acta del juicio oral, 18 de abril de 1994.
XVI.- Informe del Equipo de Policía Judicial de Blanes  aportado a la causa y dado por reproducido en la vista oral el 18 de abril de 1994.
XVII.- Informe del Equipo de Policía Judicial de Blanes  aportado a la causa y dado por reproducido en la vista oral el 18 de abril de 1994). 
XVIII.- Acta del Juicio Oral, 18 de abril de 1994.
XIX.- Sentencia de la Sección 5ª, 22 de abril de 1994.
 
 
 
 

 

Paisaje reflexivo (aforismo)

El callejón del gato, lleno de espejos sin mundo, no tiene salida.

La prosa «en» el mundo

La hipótesis de fondo sobre la que se articula el libro es que este caso muestra lo que ocurre cuando la desconexión entre lo real y su representación, la palabra y el mundo, el verbo y su carne, se produce en concreto. Esa desconexión es la verdadera novedad. Lo que ocurre es que no hay forma material de ponerle remedio, puesto que no hay nada ni nadie que medie entre los argumentos que puedan alegarse y las consecuencias que se desencadenan. El mundo se derrumba mientras hablamos del mundo que se derrumba mientras hablamos. En esa espiral malvive Ahmed Tommouhi y murió Abderrazak Mounib.

De lo que vengo a hablar ahora, sin embargo, es de los diferentes modos en que el estilo del libro, que es su método, se despliega para restablecer esa conexión. Más allá de la doble transparencia, de la que ya hablé, de algunas otras técnicas que voy poniendo en marcha, casi sin saberlo, para solucionar el gran problema: fundir el relato y aquello de lo que habla. Éstas:

-La primera frase no debe entretenerse con prolegómenos de ningún tipo (ni siquiera el más honrado: el narrador saluda, se sitúa y empieza a contar); la frase final no puede ser broche de nada. Éste es un reportaje abierto por delante y por detrás. Empieza y termina sólo porque el lector abre y cierra el libro, pero no porque sea orígen ni final de nada: el autor recoge el testigo y al final estira el brazo y ofrece su testimonio: ¡escribo sólo pensando en las consecuencias!

-La segunda parte (Deshechos) empieza con tres hilos bien diferenciados, que se van trenzando, contaminándose, hasta hacerse indistinguibles. La voz del autor, ése que pasaba por allí y que acaba metiéndose donde no le importa, como en cualquier conversación, va filtrándose lentamente, ganando confianza y familiaridad (naturalidad, por tanto), con los otros dos hilos (la palabra sin mundo y el mundo sin palabra). El autor como intermediario.

-Los protagonistas aparecen con sus nombres. El nombre propio permite señalar con el dedo, es decir,  pasar subrepticiamente del mundo del que se habla al mundo en el que se habla: del libro a la vidaAsí, la inicial bajo la que aparecen las víctimas de las violaciones es un caso in extremis de esa bisagra. 

-Los extractos de documentos, antes que su transcripción, se insertan escaneados: las frases que los introducen y que los recogen se funden,  cuando se puede, con el fragmento; hasta el punto de que la cita pueda no ser más que parte de una frase que se completa en el texto del relato.

-Las citas del sumario que son verdad van entrecomilladas «en la misma caja de texto» que el relato;

«Las que son falsas, en caja aparte, como ésta«.

-El lector, su razón, es interpelada directamente. Esto se consigue indirectamente: afeitando el texto de sobreentendidos, opiniones, subrayados, sentimentalismos y golpes en el pecho; esto es, mostrándole hechos, documentos, citas, pero sin conclusiones. Mi ideal es que el lector me insulte por contar lo que cuento sin inmutarme. A ver si consigo que se inmute él. Por fin, dicho sea al pasar, he logrado montar un capítulo sólo con citas. El lector atento debe poder adelantar –y acertar– la tesis de la tercera parte (hechos nuevos) sin más obstáculo que el escepticismo que habrá ido acumulando con el paso, por fuera y por dentro de las páginas, del tiempo y su experiencia.

Todo esto respecto del estilo; respecto del método, que es el estilo, todo se reduce a lo mismo: verificación.

Un narrador cualquiera

La última tarde que pasé en Barcelona, el viernes pasado, bajé a eso de las seis a la calle. Me había tomado el día libre para preparar un arroz con rape y langostinos en casa de Martín, y para ir a ver a unos amigos, pero ella estaba en cama, así que acabé saliendo a dar una vuelta. En Via Laietana, dudé entre la Barceloneta o el Eixample, subí. Lo peor de salir con una cierta melancolía, a despedirte, porque sientes que ahora sí cuando vuelvas será para otra cosa, serás otro y otros los que te reciban, lo peor, es que encima llueve. Gracias a dios, había agarrado por error el fino y delicado jersey negro de Rosaria, así que cuando quise ponérmelo, creyendo que me iba a morir de cursi, y descubrí que no era el mío, me cubrí de ridículo. Me compré una chaqueta. Luego terminé en La Central. Tampoco sé para qué. Ese día, creo, había alcanzado el punto de cocción: ni un párrafo, ni un libro más. No había nada que me interesara. Sólo quería volver pronto a casa para escribir. Acabé subiendo al primer piso. Y sobre un atril, una nueva edición (recuerdo que la portada es plateada y las letras rosa fucsia). La introducción era larga y la edición parecía argentina. No sé por qué empecé a leerlo, si porque el principio me resultó familiar (creo que hay un párrafo volcado directamente desde «Experiencia y Pobreza», si es que es ésa la traducción). El caso es que leí los tres o cuatro primeros epígrafes y lo dejé. Muchas de las ideas que intento llevar a la práctica deben de estar inspiradas en esa lectura, que no por casualidad, sino por orgullo, había olvidado. Por esnob. Esta semana lo he vuelto a leer y sigo sintiendo que me obliga. Creo que voy a cambiar el principio. Así que conste en acta bibliográfica. Lo he leído, a pesar de las faltas y algunas incoherencias, aquí: El Narrador, Walter Benjamin.

Deseos fervientes y convicciones profundas

Ei. Miércoles, 20:33. Estoy transcribiendo entera la entrevista con el señor Mena, y de esta frase suya:  

Y con toda certeza, mi deseo ferviente era responder a mi convicción profunda de que muy probablemente este señor era inocente.

entresaco esta otra posibilidad para titular: deseos fervientes y convicciones profundas.

A las 20:37 ya no me gusta tanto.

Hasta el lunes.

Garabateos

Falsos testigos del porvenir. La palaba que va a misa y el mundo que no se confiesa. Justicia poética. La nueva justicia. La prosa revelada y el negativo. El verbo sin carne. El dobladillo de las togas. La dialéctica efectista. Una década entre comillas. Una época entre comillas. La Gran Inversión. Mentiras repetidas. Condena. Un reportaje abierto sobre un caso cerrado. La justicia olímpica. El semen y el tintero. La sangre y el tintero. El indulto de Damocles. La nueva justicia y el viejo mundo. Condenados por la cara. La incoherencia del mundo. Simulacro cruel. Presuntos culpables. El dobladillo de la justicia poética. El teatro de la justicia.

 

Semana dispersa

1.- No he empezado el capítulo cuyas notas adelanté aquí el lunes pasado.

2.- Fuentes de máxima solvencia me han confirmado que, contra lo que publiqué aquí, la sustancia H detectada en un fluido corporal no tiene, respecto del grupo sanguíneo, ninguna relación con el rh. La sustancia H expresa únicamente que se trata  de un individuo secretor -puesto que dicha sustancia se expresa en un fluido corporal, lo cual no siempre ocurre- del grupo O (cero), dentro del sistema ABO. Estupefacto tenía razón.

3.-Hace un año aproximadamente, había hablado por teléfono con el abogado de Abderrazak Mounib en la causa de Tarragona, Emilio Sainz Ortega. Me dió su móvil y me animó a que lo llamara, por si quería ampliar información. El martes por la tarde lo volví a llamar y el miércoles por la mañana no había respondido a mi mensaje. Así que insistí.

-Lo he oído y lo he pensado mejor. Y, con todo el respeto se lo digo, no  me parece ético volver ahora, para un trabajo periodístico, sobre un tema profesional del pasado.

4.-El sábado fue mi último día en La Casa Verde, aunque la despedida se alargó hasta el domingo por la mañana, como si no quisiera irme. Ha sido una suerte poder compaginar la escritura de este libro con ese trabajo y sobre todo con esos compañeros.

5.-Quiero tener el manuscrito terminado en dos meses.

Notas para «La desaparición del público»

El lunes pasado, Chema Pascual pasó por alto en su comentario que el ‘simulacro’ del título  que me tentaba atañe, además de a los condenados por la cara y a los mediadores (policías, abogados, fiscales, jueces y políticos), atañe también al público.  Sin el público no habría necesidad y sin su desaparición  no habría posibilidad. De simulacro. Ya sé que esto necesita explicarse mejor para que no parezca una contradicción. Pero tiempo habrá.
Es un capítulo que desde hace tiempo y con ese título (La desaparición del público) me traía de cabeza, y que el otro día, volviendo de la BN por la Gran Vía, lo ví más o menos claro, y anoté corriendo el esqueleto. El experimento consiste en que voy a intentar tenerlo escrito para la semana que viene. Otra muestra de work in progress. Éstas son las notas:
Añadir a La letra con sangre entra: que la fuerza notarial depende del acuerdo, no de ninguna otra relación, y de ahí la importancia de la publicidad de ese acuerdo.
La analogía con el notario, además engancha con el notario de Claret a Tommouhi sobre si Rey sostuviera lo que dijo: haría falta un notario: para qué si lo dijo delante de todo el mundo: de ahí la importancia del público, la publicidad y el periodismo, cínicamente manipulado por enrique anglés: aquello era la tele y esto un juicio. La analogía se cierra, con el fracaso de la mediación yendo los políticos a ver el notario para salir en la tele: Artur Mas. empezar quizá el capítulo por la desaparición del público, con la precisión sobre el acuerdo y la fuerza notarial: la letra con sangre entra.
«periodista: notario de la realidad»
Natalia: «traductor de la realidad»: menos importante 1 vez que hemos hablado del «acuerdo»

Simulacro cruel

17:50, 10 Septiembre. Hola, estoy en la Biblioteca Nacional. Les cuento. «Simulacro cruel». Está sacado de este párrafo, del mismo capítulo, por cierto, que los de la semana pasada.

«El problema de ese efectismo, sin embargo,  es que sus consecuencias son reales. Es otra, si no la principal, de las razones por la que este libro tiene que pasar por encima del periodismo. Las consecuencias que esa desconexión entre el mundo y su palabra, y a eso es a lo que me refiero con lo de efectismo, ha desencadenado en los otros ámbitos de la representación de lo real a los que el periodismo acompaña y parasita, son mucho más graves. Mucho más urgentes, al menos. Los periodistas median entre lo que pasa en la calle y lo que se nos cuenta, pero los policías, los abogados, los fiscales, los jueces y los políticos, median entre la calle y la cárcel, donde a menudo se encierra a otros hombres. La novelización del periodismo es una broma de mal gusto comparada con los estragos de la Justicia poética, ese simulacro cruel.»

Resume bien el enfoque, ambiente e hipótesis del libro. Pero parece casi más un tango que un reportaje. Y, como en el tango, asoma mucho más el que canta que la que se fue, o al vesre, y lo que se busca aquí es un título que resuma la historia, no que me resuma a mí (Espectáculo cruel, perfecta síntesis entre Debord y Kraus, sería aún peor).

Hablo del título del libro. Carla me contaba el otro día, desde la India, que le había estado dando vueltas encima de un camello, y que le parecía que la cosa debería ir por «pena», con el doble sentido de tristeza por una condena injusta y la condena misma: «Creo que esa palabra da para un juego bonito, que no jocoso, de palabras», me escribía. Está preocupada porque vaya a volver sobre lo de «condenados por la cara», que para mí también está agotado, y voy a deshacerme de él. Pero esa pena tampoco me convence. Quizá si me subiera a lo alto de un camello… 

No sé qué les parecerá a ustedes. Simulacro cruel. Un reportaje abierto sobre un caso cerrado. Quizá así. Pero tampoco: es que lo digo –simulacro cruel– y me viene Maquillaje y Puro Teatro, y si lo viera en una librería, no sé si le echaría un vistazo o saldría corriendo.

*****

14:02, 11-S.  Sigo en la Biblioteca, aunque he dormido en casa, claro. Lo releo y cada vez me gusta más, Simulacro Cruel y me convenzo de que hay tangos que también hablan del mundo, ese cambalache problemático y febril. Así que hoy le quitaría incluso el subtítulo con la palabra reportaje. Estoy harto de justificarme. Simulacro Cruel, que nos devoras, etc.

*****

14:19: Dicha expresión en Google.

*****

Hoy: Para cruel, la indecisión.

El estilo de la transparencia y la transparencia del estilo

Lean estos dos párrafos de mitad del libro, por favor.

El movimiento se demuestra andando, así que me eché al monte. Pero sin ánimo anacoreta. Un hombre solo no es un hombre, es paisaje. El 22 de octubre de 2007 abrí al público esta investigación, a través de un blog en internet, en el que he ido colgando entrevistas, audios, recortes de prensa, citas, documentos, declaraciones, notas de lectura, informes periciales, reflexiones, cartas, fotos y vídeos. El material en bruto y bastantes fragmentos con los que está cosido este libro. 

La falta de autonomía de la escritura, su dependencia de la criada que enciende la lumbre, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta, esa necesidad que tanto desesperaba al artista Kafka, para la escritura que quiere establecer un hecho real, contra la época que lo niega, aparece como su única senda y su virtud. El link, ese pozo azul de sabiduría sin fondo, me pareció la forma más apropiada de conjurar  el riesgo que acecha a esta escritura en estos tiempos espectaculares: «el riesgo es aquí que la palabra se separe de aquello que revela y adquiera una consistencia autónoma.» (Giorgio Agamben).

Ahora lean estos otros dos, que son casi los mismos, y precisamente por eso les pido que lo lean con la misma atención, porque sólo así podremos saber si de lo que estoy hablando es de una sensibilidad pulida por el trabajo, y por tanto atenta a la experiencia en común, o sólo de un brote obsesivo.

El movimiento se demuestra andando, así que me eché al monte. Pero sin ánimo anacoreta. Un hombre solo no es un hombre, es paisaje. El 22 de octubre de 2007 abrí al público esta investigación, a través de un blog en internet, en el que he ido colgando entrevistas, audios, recortes de prensa, citas, documentos, declaraciones, notas de lectura, informes periciales, reflexiones, cartas, fotos y vídeos. El material en bruto y bastantes fragmentos con los que está cosido este libro. 

«La falta de autonomía de la escritura, su dependencia de la criada que enciende la lumbre, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta», esa necesidad que tanto desesperaba al artista Kafka, para la escritura que quiere establecer un hecho real, contra la época que lo niega, aparece como su única senda y su virtud. El link, ese pozo azul de sabiduría sin fondo, me pareció la forma más apropiada de conjurar  el riesgo que acecha a esta escritura en estos tiempos espectaculares: «el riesgo es aquí que la palabra se separe de aquello que revela y adquiera una consistencia autónoma.» (Giorgio Agamben).

Los párrafos están sacados del segundo capítulo de la segunda parte, donde más o menos (más menos que más) cuento por qué este libro está escrito al margen del periodismo, o lo que viene a ser lo mismo, por qué está escrito en este blog. Esas comillas colgando de la frase de Kafka no aparecen en el primer ejemplo.

La transparencia es un concepto clave a muchos niveles, sobre todo, respecto de la investigación y la escritura,  a nivel metodológico y estilístico. La forma y el contenido, el estilo y el método, para mí, son lo mismo, así que el título de esta entrada no es un juego de palabras. El trabajo por alcanzar un estilo literario a la altura de la transparencia del método exige al mismo tiempo, que el estilo se transparente, esto es, que se haga imperceptible al lector. Todo estilo distrae de la verdad por su propio atractivo.

Eso es, me parece a mí, lo que rompen esas comillas, que están sacando al lector de su lectura para decirle, con un golpecito suave en el cogote: ojo, que mira lo que estás leyendo. Es además una expresión que si me gusta, es precisamente por su naturalidad. Quizá por eso haya sido al transplantarla cuando se me ha despertado esta vieja reacción alérgica a las comillas. Una naturalidad que creo se conserva mucho mejor en el primer párrafo, volcada la cita como quien no quiere la cosa.

La cosa es siempre la autoridad: las citas como argumento de autoridad. Y yo, en muchos casos, no la quiero. Por dos razones: la primera es que muchas de las citas las uso sólo por lo que dicen y cómo lo  dicen, no por quien las haya dicho, y todo lo que sea citar con nombres y apellidos es rebajar su fuerza y su verdad. Y dos: mientras escribo me vienen a la cabeza demasiadas, y si no alcanzo a decirlo yo mejor, me quedo, obviamente, con la cita; a veces me basta con cambiar una palabra para adecuarla a mis objetivos; otras es una frase oída a algún amigo, que ni siquiera sé si es suya o a su vez él citaba sin decirlo (así ésa del hombre solo y el paisaje, de una carta de Matías escrita creo que a la vuelta de Ushuaia); e incluso me cito a mí mismo: del blog al libro y viceversa. Todo esto haría ilegibles muchos párrafos, enredadas las ideas entre referencias de obras y autores. Así que optaré por un rigor cuajado pero sin tropezones, como un yogur: una relación de citas y autores en apéndice final para quien quiera entretenerse esculcando influencias. Lejos de mí la pretensión de parecer original.

Por supuesto, no se agota aquí todo lo que se puede decir de la relación entre una cita y el texto en el que va incrustada. Es sólo que no quería que esa criada encendiendo la lumbre tuviera que pedir disculpas por haber entrado sin llamar, como si fuera una extraña.

Edición recreativa (a la manera de Google Docs)

Anoche no encontré la manera de rescatar un párrafo suprimido del borrador del libro, que voy escribiendo en Google Docs.  Sé que lo escribí el martes o el miércoles, quizá el jueves pasado, pero entre las cientos de versiones añadidas no di con la buena. No creo que deba suponer un gran obstáculo técnico el incluir un buscador interno, que permita localizar expresiones o frases de alguna versión suprimida.  Primera decepción: porque quería contar aquí hoy cómo había llegado hasta él y por qué había que descartarlo.

Luego me acordé de que este jueves salió a la venta el primer número de la edición española de Vanity Fair y que traía un articulito mío. Hacía mucho que había mandado la nota (un comentario sobre la inauguración de la nueva California Academy of Sciencies de San Francisco, del arquitecto italiano Renzo Piano, acompañando un bonito reportaje gráfico de la edición americana). Al leerla detecté algunas de las variaciones que los editores habían incluido, aunque también –ahora lo sé– otras me pasaron desapercibidas. Contra las dudas, pensé, Google Docs: una función permite comparar dos versiones de un mismo texto, y lo hace además con una resolución gráfica sencilla, mezclando colores y tachones para distinguir el texto final del inicial. Evidentemente se podrían haber comparado a simple vista, sobre el papel, pero hablamos de precisión: de la diferencia entre vio e imaginó. Tampoco podía ser. Las dos versiones, al introducirlas por separado desde otro archivo, con la función cortar y pegar, desencajaban la estructura del texto y se hacía muy difícil entender los cambios.

Así que tiré por la calle de enmedio, y decidí hacerlo yo mismo: a mano. Abajo está el resultado. En redonda queda el texto de la primera versión (PV) que se mantiene en la versión final de la revista (VF). Tachados (así: redonda) aparecen los fragmentos de la PV suprimidos en la VF, y en cursiva, los añadidos, que no estaban en la PV pero sí aparecen en la VF.

En fin, edición recreativa. Son las cuatro y veintidós de la madrugada: Buenos días por la noche.

Por separado, aquí están la versión enviada y la versión publicada.

 

 

Un museo vivo

Arquitectura-Renzo Piano

 

Poco antes de pasar frente a la comisión para la construcción de la nueva California Academy of Sciences, Renzo Piano, uno de los seis arquitectos que optaban al proyecto, estaba asomado al tejado de uno de los viejos edificios agrietados por el terremoto que sacudió San Francisco en 1989, según contó a VF.  Piano, que este mes cumple 71 años, con barba blanca y pelo canoso, bajó luego y garabateó en su bloc, inspirado por lo que había visto, el boceto que ganó el concurso. Ocho años después, aquella visión proyectada se ha materializado, y cualquiera que visite el museo puede hacerse una idea de lo que Piano vio. Inspirado por lo que había visto, garabateó en su bloc el boceto que ganó el concurso. Ocho años y casi mil millones de dólares (635 millones de euros) después, aquel dibujo se ha convertido en una obra que los críticos califican como la mejor de este arquitecto, premio Pritzker en 1998.

 

El arquitecto italiano  Piano, fiel a su estilo de no tener estilo propio, ha creado un museo natural, transparente y vivo (además de un jardín en el techo, albergará más de mil especies animales), elegantemente fundido con el Golden Gate Park que lo acuna. Las colinas que vio imaginó rodeando la academia ondulan ahora sobre el tejado mismo de la nueva academia del museo: son y forman las cúpulas de las tres instituciones de la ciudad que acoge y que reabren sus puertas en Septiembre este mes: el Steinhart Aquarium, el Morrison Planetarium y el Kimbal Natural History Museum. Hasta ahora el complejo constituía un hito histórico y científico en San Francisco; con la remodelación, se convertirá en un prototipo de museo ecológico. Para empezar, en el interior habrá toda una declaración de intenciones a favor del medio ambiente: una selva tropical en un invernadero, un planetario enorme para observar las estrellas, un hábitat para pingüinos, además de distintas especies de peces, insectos, repitles, pájaros…. y una exposición interactiva sobre el cambio climático y el futuro de la Tierra.

Pero lo más sorprendente es el exterior. El verde del fondo, Piano lo ha «transplantado»  ha sembrado con  especies vegetales autóctonas (más de mil plantas) sobre en la superficie del techo que servirán, además, para mantenerlo fresco y absorber el agua de las tormentas. Una alfombra de tulipanes, margaritas y pequeños arbustos se extiende suavemente sobre el armazón logrando un perfecto efecto de camuflaje con el entorno. El esbelto rectángulo de muros acristalados que sostiene ese “techo vivo”, así lo llama Piano él, realza la sensación, buscada por el autor, de una conexión inmediata entre edificio y con la naturaleza.

 

 

Piano (Génova, 1937),  debutó en la escena internacional con la construcción junto a Richard Rogers del Centre Pompidou de Paris (1971-1977) El debut de Piano en la escena internacional fue polémico: la construcción del Centre Pompidou de Paris (1971-1977) junto a Richard Rogers. Un edificio estéticamente coherente con el deseo la idea de desacralizar el arte y abrir los museos al gran público, pero con una cierta adecuación original a su función específica de funcionalidad discutible: se le acusaba de tener poca superficie mural para las exposiciones y los fondos bibliográficos, por ejemplo. Esta vez, sin embargo, ha cuidado mucho acoplar estética y función: un edificio verde y sostenible para una institución que estudia la naturaleza. Gran parte del recinto se refrigera con aire natural. Uno de sus aciertos ha sido lograr que casi todo el recinto se refrigere con aire natural y evitar el aire acondicoinado, una obsesión de Piano desde hace años. A eso hay que sumar los paneles solares, el suelo radiante o que el 90% de los materiales que sobraron de la demolición del edificio antiguo se han vuelto a usar en el nuevo. Y un dato muy curioso: el 68% de los elementos usados como aislantes provienen de reciclar pantalones vaqueros (¿quizá un resto del espíritu hippy californiano?)

 

Hay otros detalles, sin embargo, que resultarán familiares al visitante atento a la trayectoria de Piano, autor también de la Terminal del Aeropuerto Internacional de Kansai, en Osaka (Japón), la Maison Hermès, en Tokio, o la reciente sede del Times de New York, el primer rascacielos levantado en la ciudad desde el 11-S. Piano, quien ha escrito que “construir es juntar elementos materiales”, tiende a repetir una parte o incluso una pieza, a menudo de inspiración orgánica, que generan un edificio armónico y equilibrado. conocedor de Piano y que provienen de su inspiración orgánica: el techo de cristal que cubre como una telaraña uno de los patios, las placas solares con forma de alargadas hojas injertadas insertadas en el porche que rodea el edifiio (y que producirán entre un 5 y un 10% de su energía), así como las pequeñas  y las piezas cuadradas y alineadas sobre el techo como escamas, son ejemplos de esa rítmica imitación de la naturaleza la techumbre a modo de escamas. Son rasgos de su estilo que se encuentran en otros edificios como la Maison Hermès en Tokio; el aeropuerto internacional de Kansai, en Osaka, Japón; o el edificio del periódico The New York Times en Nueva York.

 

Por fin, encontramos también la seña de identidad por excelencia del arquitecto italiano: la búsqueda de la transparencia, una obsesión que empezó en la década de los años 80, Renzo cuando Piano formó parte junto a Norman Foster o el propio Richard Rogers de la corriente «high tech», que tenía entre sus símbolos más queridos el Crystal Palace de Londres (1851). La búsqueda de la transparencia sigue siendo uno de los trazos más característicos de la arquitectura de Piano, que para la para la Academy of Sciences de San Francisco se lo impuso además como una obligación dado el entorno de jardines que la enmarca. Piano sólo ha firmado un edificio en España: sobre la fachada de la sede del Luna Rossa Team para la 32 Copa América celebrada en Valencia en 2007, ensambló una serie de paneles translúcidos con materiales de viejos barcos que durante la noche devuelven un efecto linterna desde el interior iluminado. Academy of Sciences de San Francisco es la apoteosis de esa luminosidad porque está situada en medio de un parque y sus muros transparentes permiten ver la naturaleza. “La mayoría de los museos son opacos, un reino de oscuridad. Aquí, sin embargo, puedes ver el parque alrededor”, concluye Piano con satisfacción.

 

  

Añado, a la conversación de Kafka con Gustav Janouch, un apunte propio

«La vida es demasiado corta para la forma literaria extensa; demasiado fugaz para que el escritor pueda entretenerse en descripciones y comentarios; demasiado psicópata para que pueda hacerse psicología; demasiado novelesca para una novela….La vida fermenta y se descompone con demasiada rapidez para poder conservarla mucho tiempo en libros vastos y largos».

Franz Kafka, Ante la Ley: Debolsillo, Barcelona, 2005, p. 15.

***

13.50 horas. Traigo 200 folios impresos, y encuadernados. Edding rojo. No es ni siquiera el primer borrador, como mucho el primer emborronado. Me quedan por lo menos otros cien. Pero por fin voy a ponerme a corregir. Y sobre todo, por fin puedo mirar para atrás, y esta intensa calma, esta sensación verdadera de que no me voy a morir, de que esa ansiedad –no toda la culpa la tiene el libro, ni mucho menos– que me devoraba tampoco va a poder ya conmigo, me vuelve y se instala. Más que euforia, una incierta, y poco conveniente, orgullosa rabia. Entre la intimidad y el exhibicionismo, este vértigo inseguro de sólo saber si me equivoco, si me sobrepongo, si exagero, publicándola.