Margarita Robles Fernández
Magistrada del Tribunal Supremo
Plaza Villa de París, s/n
Madrid
Excma. Margarita Robles Fernández:
Me permito escribirle esta carta abierta después de leer una entrevista suya publicada en el diario EL PAÍS, el 4 de diciembre pasado. Me sorprendió gratamente, en especial, este párrafo en el que usted precisaba que aunque es feliz siendo magistrada, hay cosas de la justicia que le causan gran pesar:
«Me queda el gran pesar de no dar respuesta a las quejas de los ciudadanos con más celeridad. Porque no hay que olvidar que detrás de cada caso hay un problema humano. Yo, por ejemplo, acabo de poner una sentencia sobre una reclamación judicial, que data de 1994, por un error médico. ¡No es de recibo que tardemos 13 años en dar la razón a esa persona! ¿Tiene arreglo la justicia? Pues no lo sé. Es difícil».
No crea que he tardado todo este tiempo en escribirle. Es que no la había leído hasta hoy. Le escribo casi en caliente todavía. Me sudan las manos. En parte porque llevo todo el día trabajando con el ordenador, tecleando, pero, a qué negarlo, también por la emoción que me ha causado encontrarme con estas palabras. Y no sólo lo segundo tiene que ver con usted.
Lo primero también. He llegado hasta esa entrevista porque estoy escribiendo un libro, y buscaba información sobre usted, que tiene un cierto protagonismo en la historia. El libro trata de la vida de Ahmed Tommouhi y Abderrazak Mounib durante los últimos 16 años, que en el caso de este segundo se divide entre los que nueve que vivió y los siete que lleva muerto. Murió en la cárcel en 2000, tres años después de que se demostrara que había sido condenado injustamente.
Ahmed Tommouhi y Abderrazak Mounib fueron condenados después de una ola de violaciones cometida en Cataluña en 1991. Una de esas condenas fue revocada seis años después por el Tribunal Supremo, donde usted ejerce ahora. En 1992 usted presidía la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Barcelona, y fue la ponente de la primera sentencia que condenó a Ahmed Tommouhi.
En junio de 2006, hablé fugazmente con Gerard Thomás, el actual presidente de dicha sección, que como usted sabrá informó a favor del indulto que para Tommouhi (y Mounib también) había solicitado en 1999 el entonces Fiscal Jefe de Cataluña, José María Mena. Me gustaría hablar también con usted.
Ya en una ocasión hablamos por teléfono. La llamé desde la Cadena SER, en mayo de 2006, porque estaba preparando un tema sobre los siete años que el Gobierno llevaba entonces sin resolver ese indulto, para Hoy por Hoy. Me dijo usted que había pasado demasiado tiempo, y que prefería no volver sobre el tema.
Ahora leo que no hay que olvidar que detrás de cada caso hay un problema humano, y que es el gran problema de la justicia. Tras la sentencia revisada por el Tribunal Supremo en 1997, tanto la fiscalía como ese Alto Tribunal, han reconocido que hay “serias dudas” de que Ahmed Tommouhi fuera el autor de las violaciones por las que fue condenado. Me gustaría saber si alberga usted alguna (duda), o, por el contrario, en qué sigue basando su convencimiento.
No sé, pues, si aceptaría esa entrevista, con vistas a la redacción del libro, en el que ya le adelanto que el caso que usted juzgó ocupa un espacio central, o prefiere, como ya me dijo en aquella ocasión, remitirse exclusivamente a lo que escribió en la sentencia. La cual, por cierto, muscula mucha convicción, pero dudosa certeza.
Esperando su respuesta, reciba mi agradecimiento por adelantado.
Cordialmente,
Braulio García Jaén.