Archivo mensual: septiembre 2008

Semana dispersa

1.- No he empezado el capítulo cuyas notas adelanté aquí el lunes pasado.

2.- Fuentes de máxima solvencia me han confirmado que, contra lo que publiqué aquí, la sustancia H detectada en un fluido corporal no tiene, respecto del grupo sanguíneo, ninguna relación con el rh. La sustancia H expresa únicamente que se trata  de un individuo secretor -puesto que dicha sustancia se expresa en un fluido corporal, lo cual no siempre ocurre- del grupo O (cero), dentro del sistema ABO. Estupefacto tenía razón.

3.-Hace un año aproximadamente, había hablado por teléfono con el abogado de Abderrazak Mounib en la causa de Tarragona, Emilio Sainz Ortega. Me dió su móvil y me animó a que lo llamara, por si quería ampliar información. El martes por la tarde lo volví a llamar y el miércoles por la mañana no había respondido a mi mensaje. Así que insistí.

-Lo he oído y lo he pensado mejor. Y, con todo el respeto se lo digo, no  me parece ético volver ahora, para un trabajo periodístico, sobre un tema profesional del pasado.

4.-El sábado fue mi último día en La Casa Verde, aunque la despedida se alargó hasta el domingo por la mañana, como si no quisiera irme. Ha sido una suerte poder compaginar la escritura de este libro con ese trabajo y sobre todo con esos compañeros.

5.-Quiero tener el manuscrito terminado en dos meses.

Notas para «La desaparición del público»

El lunes pasado, Chema Pascual pasó por alto en su comentario que el ‘simulacro’ del título  que me tentaba atañe, además de a los condenados por la cara y a los mediadores (policías, abogados, fiscales, jueces y políticos), atañe también al público.  Sin el público no habría necesidad y sin su desaparición  no habría posibilidad. De simulacro. Ya sé que esto necesita explicarse mejor para que no parezca una contradicción. Pero tiempo habrá.
Es un capítulo que desde hace tiempo y con ese título (La desaparición del público) me traía de cabeza, y que el otro día, volviendo de la BN por la Gran Vía, lo ví más o menos claro, y anoté corriendo el esqueleto. El experimento consiste en que voy a intentar tenerlo escrito para la semana que viene. Otra muestra de work in progress. Éstas son las notas:
Añadir a La letra con sangre entra: que la fuerza notarial depende del acuerdo, no de ninguna otra relación, y de ahí la importancia de la publicidad de ese acuerdo.
La analogía con el notario, además engancha con el notario de Claret a Tommouhi sobre si Rey sostuviera lo que dijo: haría falta un notario: para qué si lo dijo delante de todo el mundo: de ahí la importancia del público, la publicidad y el periodismo, cínicamente manipulado por enrique anglés: aquello era la tele y esto un juicio. La analogía se cierra, con el fracaso de la mediación yendo los políticos a ver el notario para salir en la tele: Artur Mas. empezar quizá el capítulo por la desaparición del público, con la precisión sobre el acuerdo y la fuerza notarial: la letra con sangre entra.
«periodista: notario de la realidad»
Natalia: «traductor de la realidad»: menos importante 1 vez que hemos hablado del «acuerdo»

Simulacro cruel

17:50, 10 Septiembre. Hola, estoy en la Biblioteca Nacional. Les cuento. «Simulacro cruel». Está sacado de este párrafo, del mismo capítulo, por cierto, que los de la semana pasada.

«El problema de ese efectismo, sin embargo,  es que sus consecuencias son reales. Es otra, si no la principal, de las razones por la que este libro tiene que pasar por encima del periodismo. Las consecuencias que esa desconexión entre el mundo y su palabra, y a eso es a lo que me refiero con lo de efectismo, ha desencadenado en los otros ámbitos de la representación de lo real a los que el periodismo acompaña y parasita, son mucho más graves. Mucho más urgentes, al menos. Los periodistas median entre lo que pasa en la calle y lo que se nos cuenta, pero los policías, los abogados, los fiscales, los jueces y los políticos, median entre la calle y la cárcel, donde a menudo se encierra a otros hombres. La novelización del periodismo es una broma de mal gusto comparada con los estragos de la Justicia poética, ese simulacro cruel.»

Resume bien el enfoque, ambiente e hipótesis del libro. Pero parece casi más un tango que un reportaje. Y, como en el tango, asoma mucho más el que canta que la que se fue, o al vesre, y lo que se busca aquí es un título que resuma la historia, no que me resuma a mí (Espectáculo cruel, perfecta síntesis entre Debord y Kraus, sería aún peor).

Hablo del título del libro. Carla me contaba el otro día, desde la India, que le había estado dando vueltas encima de un camello, y que le parecía que la cosa debería ir por «pena», con el doble sentido de tristeza por una condena injusta y la condena misma: «Creo que esa palabra da para un juego bonito, que no jocoso, de palabras», me escribía. Está preocupada porque vaya a volver sobre lo de «condenados por la cara», que para mí también está agotado, y voy a deshacerme de él. Pero esa pena tampoco me convence. Quizá si me subiera a lo alto de un camello… 

No sé qué les parecerá a ustedes. Simulacro cruel. Un reportaje abierto sobre un caso cerrado. Quizá así. Pero tampoco: es que lo digo –simulacro cruel– y me viene Maquillaje y Puro Teatro, y si lo viera en una librería, no sé si le echaría un vistazo o saldría corriendo.

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14:02, 11-S.  Sigo en la Biblioteca, aunque he dormido en casa, claro. Lo releo y cada vez me gusta más, Simulacro Cruel y me convenzo de que hay tangos que también hablan del mundo, ese cambalache problemático y febril. Así que hoy le quitaría incluso el subtítulo con la palabra reportaje. Estoy harto de justificarme. Simulacro Cruel, que nos devoras, etc.

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14:19: Dicha expresión en Google.

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Hoy: Para cruel, la indecisión.

Una carpeta para Margarita Robles

Margarita Robles Fernández fue propuesta ayer como nueva vocal del Consejo General del Poder Judicial por el PSOE, confirmando así los beneficios de la gran inversión de la que hablábamos aquí. Quizá llegue a presidenta. 

Por eso, y porque desde que este mes de agosto me zambullí en la redacción del capítulo de Cornellà, vivo asombrado, he decidido abrir una carpeta con su nombre. Los invitados que me siguen en Google Docs ya lo habrán podido ver y leer: pero hoy no me resisto a adelantarlo aquí: Margarita Robles condenó a Ahmed Tommouhi en el caso de Cornellà, no sólo porque privilegiara el señalamiento de la víctima frente a los análisis científicos que lo exculpaban. Es peor todavía. ¡Es que no había entendido el informe!

De la lectura atenta y rigurosa de su sentencia se deduce que el tribunal no sabía que su razonamiento, al entrar en el contenido del informe (al que luego niega validez jurídica por un problema de forma) estaba pringándose con el semen del violador. Aunque no con el del condenado.

La frase clave de la sentencia es ésta:

«la conclusión referida tampoco excluye la comisión de los hechos por el acusado y más si se tiene en cuenta que fueron dos hombres los intervinientes en los hechos».

La conclusión del referido informe, en el que se habían analizado manchas de sangre y esperma en la camisa polo y las bragas de la chica, es ésta:

En virtud  de dichos resultados se llega a las conclusiones siguientes: Los marcadores genéticos obtenidos en la gasa con sangre de Ahmed Tommouhi no coinciden con los marcadores genéticos encontrados en la camisa polo de N.

Volvamos a la sentencia. Subrayo «y más» porque dice, si es que sabe lo que está diciendo, más de lo que parece: dice, para empezar, que aún si sólo hubiera habido un violador, ¡UNO!,  la conclusión referida no excluiría que el acusado, Ahmed Tommouhi, pudiera ser el violador. Watson, la sangre podría ser de la chica. De hecho, ella misma había explicado al tribunal «que tenía sus ropas manchadas de sangre por una herida en el labio». En la conclusión referida, por tanto, el tribunal no ha detectado el semen: ¿cómo si no, se puede sostener que dicha conclusión (el «y más» apunta sólo a la entrada en escena del segundo violador) no excluye la autoría de Ahmed Tommouhi aunque hubiera habido un solo asaltante, si su grupo sanguíneo («A») no coincidía con el del semen del violador («B»)?

Y dice, aunque hay que seguir leyendo hasta el final de ese párrafo de la sentencia, que la sangre, pero sólo la sangre –digo yo–, siempre podía ser, ahora sí («y más»), del otro violador:

«se ignora (…) si a la misma [ropa] tuvo acceso el otro individuo que estaba con el procesado etc.»

El orígen del problema, además de las dificultades que pudieran tener Margarita Robles y sus dos compañeros de Tribunal para entender el informe (difícilmente se puede entender algo que no se lee con atención), es que los peritos en sus conclusiones sólo se referían a los restos hallados en la camisa polo. Los resultados también afectaban, sin embargo, a los hallados en la braga. Pero los jueces, como todo el mundo sabe, sólo se leen las conclusiones de los informes.

Todavía hoy no puedo asegurar si sus dos compañeros de tribunal, Gerard Thomàs y Felipe Soler, tampoco entendieron el informe, o lo que no entendieron fue la propia redacción de la sentencia, que firmaron los tres a la unanimidad.

Un resumen de la sentencia en pdf.

El estilo de la transparencia y la transparencia del estilo

Lean estos dos párrafos de mitad del libro, por favor.

El movimiento se demuestra andando, así que me eché al monte. Pero sin ánimo anacoreta. Un hombre solo no es un hombre, es paisaje. El 22 de octubre de 2007 abrí al público esta investigación, a través de un blog en internet, en el que he ido colgando entrevistas, audios, recortes de prensa, citas, documentos, declaraciones, notas de lectura, informes periciales, reflexiones, cartas, fotos y vídeos. El material en bruto y bastantes fragmentos con los que está cosido este libro. 

La falta de autonomía de la escritura, su dependencia de la criada que enciende la lumbre, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta, esa necesidad que tanto desesperaba al artista Kafka, para la escritura que quiere establecer un hecho real, contra la época que lo niega, aparece como su única senda y su virtud. El link, ese pozo azul de sabiduría sin fondo, me pareció la forma más apropiada de conjurar  el riesgo que acecha a esta escritura en estos tiempos espectaculares: «el riesgo es aquí que la palabra se separe de aquello que revela y adquiera una consistencia autónoma.» (Giorgio Agamben).

Ahora lean estos otros dos, que son casi los mismos, y precisamente por eso les pido que lo lean con la misma atención, porque sólo así podremos saber si de lo que estoy hablando es de una sensibilidad pulida por el trabajo, y por tanto atenta a la experiencia en común, o sólo de un brote obsesivo.

El movimiento se demuestra andando, así que me eché al monte. Pero sin ánimo anacoreta. Un hombre solo no es un hombre, es paisaje. El 22 de octubre de 2007 abrí al público esta investigación, a través de un blog en internet, en el que he ido colgando entrevistas, audios, recortes de prensa, citas, documentos, declaraciones, notas de lectura, informes periciales, reflexiones, cartas, fotos y vídeos. El material en bruto y bastantes fragmentos con los que está cosido este libro. 

«La falta de autonomía de la escritura, su dependencia de la criada que enciende la lumbre, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta», esa necesidad que tanto desesperaba al artista Kafka, para la escritura que quiere establecer un hecho real, contra la época que lo niega, aparece como su única senda y su virtud. El link, ese pozo azul de sabiduría sin fondo, me pareció la forma más apropiada de conjurar  el riesgo que acecha a esta escritura en estos tiempos espectaculares: «el riesgo es aquí que la palabra se separe de aquello que revela y adquiera una consistencia autónoma.» (Giorgio Agamben).

Los párrafos están sacados del segundo capítulo de la segunda parte, donde más o menos (más menos que más) cuento por qué este libro está escrito al margen del periodismo, o lo que viene a ser lo mismo, por qué está escrito en este blog. Esas comillas colgando de la frase de Kafka no aparecen en el primer ejemplo.

La transparencia es un concepto clave a muchos niveles, sobre todo, respecto de la investigación y la escritura,  a nivel metodológico y estilístico. La forma y el contenido, el estilo y el método, para mí, son lo mismo, así que el título de esta entrada no es un juego de palabras. El trabajo por alcanzar un estilo literario a la altura de la transparencia del método exige al mismo tiempo, que el estilo se transparente, esto es, que se haga imperceptible al lector. Todo estilo distrae de la verdad por su propio atractivo.

Eso es, me parece a mí, lo que rompen esas comillas, que están sacando al lector de su lectura para decirle, con un golpecito suave en el cogote: ojo, que mira lo que estás leyendo. Es además una expresión que si me gusta, es precisamente por su naturalidad. Quizá por eso haya sido al transplantarla cuando se me ha despertado esta vieja reacción alérgica a las comillas. Una naturalidad que creo se conserva mucho mejor en el primer párrafo, volcada la cita como quien no quiere la cosa.

La cosa es siempre la autoridad: las citas como argumento de autoridad. Y yo, en muchos casos, no la quiero. Por dos razones: la primera es que muchas de las citas las uso sólo por lo que dicen y cómo lo  dicen, no por quien las haya dicho, y todo lo que sea citar con nombres y apellidos es rebajar su fuerza y su verdad. Y dos: mientras escribo me vienen a la cabeza demasiadas, y si no alcanzo a decirlo yo mejor, me quedo, obviamente, con la cita; a veces me basta con cambiar una palabra para adecuarla a mis objetivos; otras es una frase oída a algún amigo, que ni siquiera sé si es suya o a su vez él citaba sin decirlo (así ésa del hombre solo y el paisaje, de una carta de Matías escrita creo que a la vuelta de Ushuaia); e incluso me cito a mí mismo: del blog al libro y viceversa. Todo esto haría ilegibles muchos párrafos, enredadas las ideas entre referencias de obras y autores. Así que optaré por un rigor cuajado pero sin tropezones, como un yogur: una relación de citas y autores en apéndice final para quien quiera entretenerse esculcando influencias. Lejos de mí la pretensión de parecer original.

Por supuesto, no se agota aquí todo lo que se puede decir de la relación entre una cita y el texto en el que va incrustada. Es sólo que no quería que esa criada encendiendo la lumbre tuviera que pedir disculpas por haber entrado sin llamar, como si fuera una extraña.

Edición recreativa (a la manera de Google Docs)

Anoche no encontré la manera de rescatar un párrafo suprimido del borrador del libro, que voy escribiendo en Google Docs.  Sé que lo escribí el martes o el miércoles, quizá el jueves pasado, pero entre las cientos de versiones añadidas no di con la buena. No creo que deba suponer un gran obstáculo técnico el incluir un buscador interno, que permita localizar expresiones o frases de alguna versión suprimida.  Primera decepción: porque quería contar aquí hoy cómo había llegado hasta él y por qué había que descartarlo.

Luego me acordé de que este jueves salió a la venta el primer número de la edición española de Vanity Fair y que traía un articulito mío. Hacía mucho que había mandado la nota (un comentario sobre la inauguración de la nueva California Academy of Sciencies de San Francisco, del arquitecto italiano Renzo Piano, acompañando un bonito reportaje gráfico de la edición americana). Al leerla detecté algunas de las variaciones que los editores habían incluido, aunque también –ahora lo sé– otras me pasaron desapercibidas. Contra las dudas, pensé, Google Docs: una función permite comparar dos versiones de un mismo texto, y lo hace además con una resolución gráfica sencilla, mezclando colores y tachones para distinguir el texto final del inicial. Evidentemente se podrían haber comparado a simple vista, sobre el papel, pero hablamos de precisión: de la diferencia entre vio e imaginó. Tampoco podía ser. Las dos versiones, al introducirlas por separado desde otro archivo, con la función cortar y pegar, desencajaban la estructura del texto y se hacía muy difícil entender los cambios.

Así que tiré por la calle de enmedio, y decidí hacerlo yo mismo: a mano. Abajo está el resultado. En redonda queda el texto de la primera versión (PV) que se mantiene en la versión final de la revista (VF). Tachados (así: redonda) aparecen los fragmentos de la PV suprimidos en la VF, y en cursiva, los añadidos, que no estaban en la PV pero sí aparecen en la VF.

En fin, edición recreativa. Son las cuatro y veintidós de la madrugada: Buenos días por la noche.

Por separado, aquí están la versión enviada y la versión publicada.

 

 

Un museo vivo

Arquitectura-Renzo Piano

 

Poco antes de pasar frente a la comisión para la construcción de la nueva California Academy of Sciences, Renzo Piano, uno de los seis arquitectos que optaban al proyecto, estaba asomado al tejado de uno de los viejos edificios agrietados por el terremoto que sacudió San Francisco en 1989, según contó a VF.  Piano, que este mes cumple 71 años, con barba blanca y pelo canoso, bajó luego y garabateó en su bloc, inspirado por lo que había visto, el boceto que ganó el concurso. Ocho años después, aquella visión proyectada se ha materializado, y cualquiera que visite el museo puede hacerse una idea de lo que Piano vio. Inspirado por lo que había visto, garabateó en su bloc el boceto que ganó el concurso. Ocho años y casi mil millones de dólares (635 millones de euros) después, aquel dibujo se ha convertido en una obra que los críticos califican como la mejor de este arquitecto, premio Pritzker en 1998.

 

El arquitecto italiano  Piano, fiel a su estilo de no tener estilo propio, ha creado un museo natural, transparente y vivo (además de un jardín en el techo, albergará más de mil especies animales), elegantemente fundido con el Golden Gate Park que lo acuna. Las colinas que vio imaginó rodeando la academia ondulan ahora sobre el tejado mismo de la nueva academia del museo: son y forman las cúpulas de las tres instituciones de la ciudad que acoge y que reabren sus puertas en Septiembre este mes: el Steinhart Aquarium, el Morrison Planetarium y el Kimbal Natural History Museum. Hasta ahora el complejo constituía un hito histórico y científico en San Francisco; con la remodelación, se convertirá en un prototipo de museo ecológico. Para empezar, en el interior habrá toda una declaración de intenciones a favor del medio ambiente: una selva tropical en un invernadero, un planetario enorme para observar las estrellas, un hábitat para pingüinos, además de distintas especies de peces, insectos, repitles, pájaros…. y una exposición interactiva sobre el cambio climático y el futuro de la Tierra.

Pero lo más sorprendente es el exterior. El verde del fondo, Piano lo ha «transplantado»  ha sembrado con  especies vegetales autóctonas (más de mil plantas) sobre en la superficie del techo que servirán, además, para mantenerlo fresco y absorber el agua de las tormentas. Una alfombra de tulipanes, margaritas y pequeños arbustos se extiende suavemente sobre el armazón logrando un perfecto efecto de camuflaje con el entorno. El esbelto rectángulo de muros acristalados que sostiene ese “techo vivo”, así lo llama Piano él, realza la sensación, buscada por el autor, de una conexión inmediata entre edificio y con la naturaleza.

 

 

Piano (Génova, 1937),  debutó en la escena internacional con la construcción junto a Richard Rogers del Centre Pompidou de Paris (1971-1977) El debut de Piano en la escena internacional fue polémico: la construcción del Centre Pompidou de Paris (1971-1977) junto a Richard Rogers. Un edificio estéticamente coherente con el deseo la idea de desacralizar el arte y abrir los museos al gran público, pero con una cierta adecuación original a su función específica de funcionalidad discutible: se le acusaba de tener poca superficie mural para las exposiciones y los fondos bibliográficos, por ejemplo. Esta vez, sin embargo, ha cuidado mucho acoplar estética y función: un edificio verde y sostenible para una institución que estudia la naturaleza. Gran parte del recinto se refrigera con aire natural. Uno de sus aciertos ha sido lograr que casi todo el recinto se refrigere con aire natural y evitar el aire acondicoinado, una obsesión de Piano desde hace años. A eso hay que sumar los paneles solares, el suelo radiante o que el 90% de los materiales que sobraron de la demolición del edificio antiguo se han vuelto a usar en el nuevo. Y un dato muy curioso: el 68% de los elementos usados como aislantes provienen de reciclar pantalones vaqueros (¿quizá un resto del espíritu hippy californiano?)

 

Hay otros detalles, sin embargo, que resultarán familiares al visitante atento a la trayectoria de Piano, autor también de la Terminal del Aeropuerto Internacional de Kansai, en Osaka (Japón), la Maison Hermès, en Tokio, o la reciente sede del Times de New York, el primer rascacielos levantado en la ciudad desde el 11-S. Piano, quien ha escrito que “construir es juntar elementos materiales”, tiende a repetir una parte o incluso una pieza, a menudo de inspiración orgánica, que generan un edificio armónico y equilibrado. conocedor de Piano y que provienen de su inspiración orgánica: el techo de cristal que cubre como una telaraña uno de los patios, las placas solares con forma de alargadas hojas injertadas insertadas en el porche que rodea el edifiio (y que producirán entre un 5 y un 10% de su energía), así como las pequeñas  y las piezas cuadradas y alineadas sobre el techo como escamas, son ejemplos de esa rítmica imitación de la naturaleza la techumbre a modo de escamas. Son rasgos de su estilo que se encuentran en otros edificios como la Maison Hermès en Tokio; el aeropuerto internacional de Kansai, en Osaka, Japón; o el edificio del periódico The New York Times en Nueva York.

 

Por fin, encontramos también la seña de identidad por excelencia del arquitecto italiano: la búsqueda de la transparencia, una obsesión que empezó en la década de los años 80, Renzo cuando Piano formó parte junto a Norman Foster o el propio Richard Rogers de la corriente «high tech», que tenía entre sus símbolos más queridos el Crystal Palace de Londres (1851). La búsqueda de la transparencia sigue siendo uno de los trazos más característicos de la arquitectura de Piano, que para la para la Academy of Sciences de San Francisco se lo impuso además como una obligación dado el entorno de jardines que la enmarca. Piano sólo ha firmado un edificio en España: sobre la fachada de la sede del Luna Rossa Team para la 32 Copa América celebrada en Valencia en 2007, ensambló una serie de paneles translúcidos con materiales de viejos barcos que durante la noche devuelven un efecto linterna desde el interior iluminado. Academy of Sciences de San Francisco es la apoteosis de esa luminosidad porque está situada en medio de un parque y sus muros transparentes permiten ver la naturaleza. “La mayoría de los museos son opacos, un reino de oscuridad. Aquí, sin embargo, puedes ver el parque alrededor”, concluye Piano con satisfacción.