Archivo de la categoría: Uncategorized

García Carbonell, la doctrina Parot y la verdadera impunidad

Esta tarde ha salido en libertad Antonio García Carbonell, después de algo más de dieciocho años en prisión. García Carbonell, autor confeso de siete violaciones, entró en la cárcel el 23 de junio de 1995 y de no haber sido por la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ha anulado la doctrina Parot, habría seguido preso hasta 2025. Yo he dedicado ocho años a seguir su caso y su vida y estoy convencido de que es el autor de al menos otras seis violaciones: bueno, estoy convencido yo y la Guardia Civil, pero eso es otra historia ahora.

El caso es que me parece bien que pueda acogerse a los beneficios penitenciarios que por ley, y por sentencia de Estrasburgo, le corresponden.

***

Dicho esto, diré en mi descargo que he dedicado buena parte de esos ocho años a intentar encontrar pruebas para que lo condenaran por esas otras violaciones impunes. Estas dos noticias de El País (una y dos) valen para recordarlo.

***

La última noticia que dio El País sobre este caso, antes de que García Carbonell saliera en libertad esta tarde, se publicó el 3 de junio de 2011 y contaba que una juez había reabierto el caso de una violación cometida en Blanes, Girona, en 1991, gracias a los desvelos de un ciudadano barcelonés: Manuel Borraz. Borraz había convencido a la fiscal y a la juez de Blanes, que en un principio habían considerado que el delito había prescrito,  de que estaban equivocadas y de que faltaban seis meses para que la violación prescribiera. Borraz proponía además que se analizaran unas muestras de semen que yo había identificado en el último capítulo de Justicia poética, y señalaba que García Carbonell era el principal sospechoso de dicha violación. El juzgado, finalmente, le dio la razón y ordenó analizar las muestras.

***

Las muestras, según un Mosso d’Esquadra que siguió el caso, resultaron que estaban deterioradas. Fin de la  historia del caso.

***

Fin del caso porque en verdad la historia nunca acaba. ¡Nunca mientras haya alguien para contarla! Hace un año empecé a escribir un epílogo al libro, básicamente para dar la mala  noticia de que las muestras estaban deterioradas, pero también para otras cosas. Una de ellas era la reacción de la juez, Mercedes Giménez Olavarriaga, y la fiscal, Ainhoa Barinaga, cuando fui a verlas al juzgado de Blanes y les conté que además de la violación que ellas acababan de reabrir, había otra violación impune, que se había cometido la misma noche que la de Blanes, pero en Gerona capital y dos horas antes: el 25 de noviembre de 1991. Una violación, otra, que por tanto tampoco había prescrito.

***

Como es muy tarde, me voy a abstener de resumirlos, pero les dejo aquí los párrafos de aquella memorable visita y de cómo reaccionaron sus señorías. Me he acordado estos días en los que tanto se habla de impunidad, impunemente.

***

La visita al juzgado, a falta del cuaderno de notas extraviado, la reescribo de memoria. Me limitaré, por tanto, a dos fragmentos de las conversaciones que por separado mantuve con la fiscal y con la juez. En su despacho, la fiscal Ainhoa Barinaga, de unos treinta y tantos años, a quien recuerdo con un hilo de voz apenas audible del que había que ir tirando con delicadeza, no dijo nada más allá de confirmar que el caso se había reabierto, aunque fue amable y atenta con los detalles de mi rutina. Releyendo el sumario, yo había redescubierto que la misma noche de autos de Blanes, se había cometido otra violación idéntica a las afueras de Gerona y me pareció que, en tanto que fiscal, podía interesarle. Pero su interés resultó puramente humano: me animó a que fuera yo mismo a denunciarlo a Gerona capital. Dispuesto a echar el resto, le pedí que me precisara si tenía que ir al Juzgado de lo Penal que había instruido el caso o a la Audiencia Provincial que archivó el sumario. “Vaya a los dos y así hace usted un poco de turismo”, dijo.

A continuación, no me acuerdo si en la misma planta que estaba la fiscalía, entré al Juzgado de Instrucción número 1. Detrás del mostrador, las mesas de los agentes judiciales se repartían en un espacio diáfano modulado sólo por las estanterías y los armarios metálicos que las separaban, parecido aunque no tan amplio como el de la empresa de seguros de El Apartamento. La juez pidió que la esperara en una pequeña habitación encajada al fondo, entre el mostrador y su despacho. Ahora que lo pienso quizá fuera la sala de declaraciones.

Mercedes Giménez Olavarriaga, treintañera como la fiscal, aunque de apariencia más segura y sonriente, entró acompañada de su secretaria judicial y ambas se sentaron del otro lado de la mesa. La juez en la silla del centro y la secretaria a su derecha. La secretaria tenía un aire de joven de colonias comprometida que ondeaba todavía en sus gestos. El juzgado no informa de nada que esté tramitando, dijo la juez Giménez, cortando pronto y por derecho cualquier puente que pudiera haber entre su papel y el mío. Cuando le hablé de la otra violación de esa noche, vino a decir lo mismo: el juzgado hará lo que corresponda. No hizo nada.

Tanto la juez Giménez como la fiscal Barinaga desestimaron, por turnos, informar al juzgado de Gerona que había archivado también en su día esa violación cometida un par de horas antes que la de Blanes. Todo en nombre de la víctima cuyo nombre no conocían.

***

El cómplice de García Carbonell en todas esas violaciones, por cierto, nunca ha sido identificado ni detenido, pero supongo que no es a esa impunidad a la que se refieren los ministros del ramo y el incienso.

***

Buenas noches.

Última actualización

A partir de hoy, el dominio http://www.ladoblehelice.com acoge la transformación de este blog en otra cosa. Esta herramienta que durante casi dos años y medio ha estado al servicio de un proyecto, la investigación y escritura de un libro, Justicia poética, deja por tanto de actualizarse.

Pero no se vayan, porque todo seguirá donde estaba: www.ladoblehelice.com

El Supremo dice NO

El Tribunal Supremo ha denegado la autorización para interponer el recurso de revisión por la condena de Tarragona presentado por Ahmed Tommouhi en junio de 2009. El auto, fechado desde el 4 de Febrero pasado, ha sido comunicado esta mañana.

El argumento para denegar, una vez más, la revisión era previsible: la prueba de ADN no identificaría al violador de ninguna de las víctimas de Tarragona, que es por el caso que está condenado Tommouhi. Eso es cierto. También lo es, sin embargo, la relación que con las violaciones de Tarragona podría haber trazado el análisis genético propuesto (de una víctima de Blanes, Gerona) y que el Supremo ignora descaradamente: se trataba de probar si el conductor del Renault 5 con el que se cometieron tanto las violaciones de Tarragona y Gerona era Antonio García Carbonell o su pariente, con los que Tommouhi y Mounib ya fueron confudidos en al menos una ocasión, según probó un primer análisis de ADN en 1997.

El Tribunal Supremo considera irrelevante, en fin,  dar por hecho que Tommouhi y Carbonell, no sólo se parecen mucho, no sólo fueron confundidos por las víctimas, como demostró un análisis genético y el mismo Alto Tribunal dio por probado en 1997,  no sólo fueron de nuevo confundidos en el caso de Blanes (cuyas víctimas señalaron a Mounib a pesar de que tanto él como Tommouhi estaban ya en prisión); después de todo eso, al Supremo le parece ahora irrelevante dar por hecho que, además, Tommouhi y Carbonell compartían coche.

Anoche Tommouhi, su abogado Javier Melero y yo hablamos del caso en Hora 25, de la Cadena SER. ¿Tiene alguna esperanza en el recurso?, le preguntó Ángels Barceló a Melero en un momento de la entrevista: «¿Yo?, ninguna, yo soy un profesional», dijo el abogado, no sin cierta irónica amargura. El Supremo, en sintonía, ha corrido esta mañana a darle la razón.

Estos días colgaré el auto (todavía no he podido borrar el nombre de la víctima de Blanes) y algunas novedades que cuelgan de él.

Justicia Poética está en las librerías

Poco más de un mes

El libro estará en las librerías españolas a finales de enero. He cambiado el título. Y estoy muy contento: Falsos testigos del porvenir era mucho más oscuro que Justicia poética. Los dos recogen bien el tiempo del que habla, pero el de la edición argentina lo hacía sólo calificando a sus funcionarios, que levantan acta del mundo como si el mundo fuera una hoja en blanco. Este de la edición española anuncia mejor el estilo y el tema del libro, que es para lo que sirven los títulos. Y es, aun con todas sus ambigüedades, más transparente. La portada de Martín Elfman, como ya dije, creo que  ilustra a la perfección la tesis del libro. Tanto, que incluso contiene la doble lectura que el texto no llega a desarrollar del todo y que no sé si alguna vez escribiré. Los párrafos de la contraportada mejoraron mucho después de pasar por las manos de Arantxa Martínez. En fin, que no me importaría que me juzguen no sólo por el contenido, sino también por la forma del libro, cosa que agradezco a Elena Ramírez, editora de Seix Barral, hacia donde un mensajero se acaba de llevar las pruebas corregidas.

«El periodismo es pura literatura de evasión»

Una entrevista de JUAN IGNACIO PEREYRA,  Río Negro, Argentina.

Los marroquíes Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi fueron condenados -y encarcelados- por error tras una ola de violaciones cometida en Cataluña en 1991.

Cuatro años después apareció uno de los violadores, cuya culpabilidad quedó demostrada luego de una prueba de ADN.

Mientras su cómplice sigue libre, Mounib murió en la cárcel hace nueve años y Tommouhi salió en libertad condicional en 2007.

A través de este caso, en el que dos desconocidos fueron detenidos al azar y acusados de ser una pareja de violadores, el periodista español Braulio García Jaén expone en su libro «Falsos testigos del porvenir», una extensa cantidad de errores, atropellos, omisiones y arbitrariedades en las que están involucradas la sociedad, el sistema y las instituciones.

Como el periodismo que le interesaba no estaba en Cadena Ser, una de las radios más importantes de España, García Jaén dejó ese trabajo para dedicarse de lleno a una minuciosa y detallada investigación que recibió el Premio de Crónicas Seix Barral.

«Cuando se demostró científicamente que había habido un error, las víctimas no lo reconocieron, los periodistas no tuvieron tiempo ni espacio para contar cómo se había producido ese error, y los responsables no respondieron», escribió el autor en http://www.ladoblehelice.com, blog en el que fue publicando el proceso de su trabajo mediante entrevistas, vídeos, cartas de los presos a sus familiares, sentencias, diligencias policiales y declaraciones de las víctimas, entre otras cosas.

En «Falsos testigos del porvenir», García Jaén demuestra puntillosamente que hubo una notable falta de rigurosidad en los tribunales que condenaron a Mounib yTommouhi.

¿Por qué sucedió algo así?

«El porqué final sólo está al alcance de los psicoanalistas. Yo me atrevería a señalar el modo, el camino por el que la investigación y los tribunales llegaron a las conclusiones a las que llegaron: tratándose de delitos sexuales, la palabra de la víctima, mucho más si son menores, se tiene por sagrada. En un sentido muy preciso: es infalible. Sólo se compara, se contrasta, su coherencia interna, nunca con el mundo del que habla: si decían que había luna llena, la había, aunque no la hubiera», respondió el periodista español en una entrevista que se realizó por correo electrónico con «Río Negro».

-¿Se quiso encontrar rápido y como fuera a los culpables? ¿Hubo prejuicio en los jueces españoles al momento de dictar la condena?

-Eso lo podría responder el mismo Tommouhi. En la televisión catalana le preguntaron si creía que el suyo había sido un problema de racismo.»No», dijo, y explicó que él seguía convencido de que el problema fue la urgencia con que se quiso resolver todo, el miedo de los jueces y la policía al clamor social, y el que nadie les ayudara (a los acusados) a encontrar pruebas. Esto es, a defenderse.

-Si tuviera que decir que este caso es la expresión de algo, ¿de qué sería?

-De que nadie verifica nada. Y eso, dentro del sistema judicial, donde las formas tienen tanta importancia, es crucial, porque una vez que se ha dictado una sentencia, eso se convierte en el hecho más importante, mucho más que lo que realmente pasó, si hubo o no asesinato, si se empleó un arma o la otra, o si el semen señala o no el acusado. Y contra eso es muy difícil demostrar nada.

-¿Cómo cree que hizo Tommohui para sostenerse psicológicamente?

-Mi impresión, tras haber pasado mucho tiempo con él, es que su fortaleza la saca precisamente de que, nadie mejor que él, sabe que es inocente.

-¿Cuál es la situación de Tommouhi actualmente?

-Legalmente es un hombre libre. Cumplió la condena el 26 de abril de 2009. Ahora vive con su hijo, Khalid, y su nuera y su nieto. No tiene trabajo ni puede trabajar, porque no tiene permiso. Los antecedentes penales, que seguirán vigentes durante años, lo impiden. Y espera a ver qué dice ahora el Supremo, con el nuevo recurso que ha presentado el abogado Javier Melero.

-En varios fragmentos del libro marca errores -algunos groseros- del periodismo, evidenciando una pronunciada decadencia en la profesión, algo que no se circunscribe sólo a España. ¿Qué piensa del periodismo actual?

-Pienso lo mismo que del resto de instituciones: nadie verifica nada. Es pura literatura de evasión. Y eso, comprenderá, es nefasto: para el periodismo y para la sociedad en general. Y sobre el momento actual, bueno. Estamos ante una situación interesante, con la explosión de internet y la caída de ventas y publicidad en el papel. Hay algo, sin embargo, que jamás he oído decir a nadie, en mi país al menos. El primer problema de los periódicos es que son malos. Cutres. Sólo hay cuatro géneros: la nota de prensa, la mala literatura, la sociología barata y el periodismo de declaraciones. Luego están las excepciones que confirman la regla.

-¿Cree que en su afán por lucirse el periodista suele perder rigor y caer en el error?

-Más que afán por lucirse, es pereza para no salirse de lo que está escrito. Literalmente: lo que dice la policía va a misa para el periodista, que a su vez escribe seguro de que lo que él diga también irá a misa, porque nadie se tomará la molestia de demostrar lo contrario.

-En un momento señala que Juan Cruz, periodista del diario español «El País» y referente para varias generaciones de periodistas, «no distingue entre el estenotipista y su propio oficio». Es una crítica que bien se podría aplicar al periodismo en general, ¿no?

-Sí, el periodismo de declaraciones, que es lo que recoge esa entrevista, es periodismo basura. De hecho, se van poniendo de moda las ruedas de prensa sin preguntas, y los periódicos protestan, en lugar de dejar de cubrirlas.

Edición española

La versión española de Falsos testigos del porvenir aparecerá  en febrero de 2010, publicada por Seix Barral.

Así que ahora que empiezo a trabajar con vistas a esa reedición, y trabajaré hasta que termine agosto, agradezco los comentarios, sugerencias y correcciones que los lectores de la edición argentina quieran dejar aquí.

El libro está en la calle

Falsos testigos del porvenir ya está disponible aquí.

portada_falsos_testigos_por

On andalusian journalism

«Una monografia, un assaig minuciós i detectivesc d’un periodista andalús que l’ha estat penjant parcialment en un blog (i del qual m’he permés beure’n algun glopet)».

Víctor Saura, La Catalunya més fosca. Retrats d’impotència i impunitat, Editorial Base, p. 93, 2009.

Primer adiós

1.- El 12 de marzo de 2009, pregunté a mi editora si el libro se iba a publicar también en Argentina. Ésta fue su respuesta:

El libro saldrá en Argentina, claro. Tengo que enviar a España la versión final para que nos den el ok de que lo publicarán, no quisieron comprometerse hasta ver el libro terminado. 

Estaba claro y a la vista de todo el mundo.  Me ahorro publicar aquí las preguntas que ustedes mismos quizá se estén haciendo ahora, porque ahora es tarde: ¡hace casi dos años que debería haberme hecho esa pregunta del revés

***

 

2.- Seix Barral Argentina tiene previsto publicar el libro en junio de 2009.  Hase de caminar por los espacios del tiempo al centro de la ocasión. La detención prudente sazona los aciertos y madura los secretos (Baltasar Gracián). Este blog, hasta que alguna ineludible noticia sea confirmada por los hechos,  deja de publicarse.

 

Salud.

 

P.S. Un borrador de esta entrada fue publicado anoche por error. Eso explica que algunos de ustedes no encuentren la entrada del «domingo». 

 

 

Manuscrito (redux)

14:22. El manuscrito (redux) ha sido enviado a la editorial Seix Barral Argentina.

Además de las páginas que he venido arrancado aquí, entre una y otra versión he quitado el capítulo de García Carbonell entero, así como el de Historias de la Cárcel, La sentencia, Carta abierta a una magistrada v La desaparición del público. ¿Por qué? En algunos casos, porque la función a la que se debían puede desempeñarla este blog (La Sentencia y Carta abierta, etc);  en otros, porque estaban mal acabados (Historias y La desaparición…). El capítulo de García Carbonell lo he quitado porque es el negativo de lo que cuenta el libro. No siempre llegamos a ser todo lo ambiciosos que nos hubiera gustado.

La siguiente entrada de este blog se publicará el lunes 6 de abril. Es casi seguro que incluirá dos moralejas y una noticia.

Salud.

Bandeja de salida

11:28. El manuscrito ha sido enviado a la editorial Seix Barral.

Vainas mías

Sinar Alvarado, un periodista venezolano, me pidió hace año y medio que le respondiera a estas preguntas por correo, para una nota de El Gatopardo. Al parecer, se publicó en el número junio de 2007. Nunca recibí el pdf prometido, así que cuelgo aquí lo que yo le envié, algo retocado. Lo he encontrado esta semana revisando archivos, y habla de los orígenes.

–¿Cómo fue tu primer contacto con el caso?

Llegué a este caso a través del blog de Arcadi Espada, en abril de 2004. Vivía en Poitiers (Francia), acogido como investigador invitado en Migrinter, un centro de investigación sobre migraciones internacionales. Las tardes daban para mucho. En el blog de Arcadi encontré un link: pinché y me reenvió a la página que Manuel Borraz tiene sobre el caso: recoge una ingente documentación, en gran parte rastreada en la prensa.  Me sumergí y aquí sigo.

– ¿Cómo y cuándo decidiste que querías narrar la historia en un libro?

La idea de hacer un libro me empezó a rondar después de ver que la editorial Debate había abierto un Premio para un libro-reportaje: se podían presentar autores que hubieran publicado al menos un reportaje durante 2005 en algún medio sobre un tema que mereciera desarrollarse en un libro. Yo cumplía los requisitos, así que preparé una propuesta, técnicamente desastrosa, que envié en el último momento. El fallo se comunicaba a los autores el 30 de abril. El 3 de mayo de 2006 preparé un tramo (un espacio de media hora) del programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser. La percha era que ese 30 de abril se habían cumplido siete años sin que el Gobierno hubiera resuelto el indulto que había solicitado en 1999 el Fiscal Jefe de Cataluña, José María Mena, para los dos marroquíes. Invitamos a un portavoz del Ministerio de Justicia (ni el Ministro, Juan Fernando López Aguilar, ni la jefa de la sección de indultos, Ana de Miguel, quisieron estar presentes), y acabó viniendo Adolfo Gallego, digamos, un técnico. Quiero decir que el Ministerio declinó enviar a ningún responsable político. Después de terminar el programa, me quedó la misma sensación de siempre: que se me había escapado vivo. Ni el espacio de una página de periódico, ni el tiempo de un programa de radio permiten el recorrido que necesita esta historia: más allá de las dramáticas casualidades, hay dos mil folios de sumario que explican toda esta ruina. Y luego están las consecuencias de esa ruina: los años de cárcel, las familias destrozadas, y también los hombres y mujeres, pocos, muy pocos, que desinteresadamente han ayudado y están ayudando a Ahmed y Abderrazak. Todo eso quedaba siempre fuera, y quedaba la vaga impresión de que es un tema irresoluble: me convencí de que un libro permitiría exhibir públicamente lo contrario: «que este caso parece irresoluble por la misma razón que debería haberse resuelto fácilmente: por su exceso», según una cita –nada literal– de E. A. Poe.

Evidentemente no gané el Premio de Debate, pero el libro ya llevaba tiempo escribiéndose sólo: así que llamé a Ahmed y a su hijo Khalid y les dije que iba a escribir un libro sobre su historia. Un año después llegó el Premio Crónicas.

— ¿Cuánto dirías que han pesado la política y los prejuicios raciales en el tratamiento que recibieron los acusados?

La política no ha pesado nada: es su insoportable levedad lo que los ha dejado en la estacada. Si tuvieran algún peso, si pudieran siquiera imaginarse todavía –y omito el sujeto deliberadamente– que su acción conserva algo de grave, como las graves consecuencias que acarrea su dimisión, por ejemplo, otro gallo nos cantaría. Pero no: son leves, leves como una sombra.

Los prejuicios raciales pudieron pesar, al principio, como costumbre: «de noche todos los gatos son pardos»: a la hora de las descripciones facilitadas por las víctimas, el perfil desarrollado por la policía, etc. Enseguida se dibujó al «árabe», a pesar de que las víctimas hablaron de gitanos, de acento sudamericano, o incluso hubo un chico que dudó, al identificar la lengua, entre «árabe o hebreo». Sólo cuajó la idea del «moro».

Después, sinceramente, creo que no fue un problema de racismo. Lo que no quiere decir que no influyera el que fueran marroquíes: influyó, desde luego. Porque Ahmed, por ejemplo, ni siquiera sabía de qué le hablaban cuando lo detuvieron; no tuvieron instrumentos para defenderse: ¿cómo lograría Ahmed entenderse con su abogado, hace catorce años, cuando todavía hoy es difícil entenderlo? ¿cómo defenderse ante el juez? Sí, al final, tuvo intérprete, pero la cadena llevaba demasiado tiempo engrasada. E influyó también porque Marruecos, el Gobierno marroquí, no ha movido un dedo por sus dos ciudadanos nacionales. Quizá con otro pasaporte…

.-¿Se conoce en España un caso similar, reciente?

Similar, desde luego que no. Por el número de años, por las evidencias, por el limbo legal en el que quedaron atrapados, por la indiferencia, no hay ninguno similar. Pero desde luego hay y ha habido otros casos de «inocentes en la cárcel» (de hecho el primer reportaje que publicamos en El País sobre el caso, con ese título, incluía otros casos), que han sido condenados por una mala identificación por parte de las víctimas.

–¿Después de divulgar la historia en los medios, de varias denuncias, por qué son tan pocos quienes ayudan?

Eso habría que pregutárselo, si acaso, a los que no ayudan. Y no digo que yo esté ayudando: de momento, yo sólo tomo notas.

[…]
–Te hago la pregunta que formuló una vez mounib: ¿puede durar tanto un error? ¿O no se trata sólo de un error de la justicia?

No. No puede durar tanto. De hecho, esa duración es la prueba de que no es un error. La teoría del error sirve, ante todo, para emborronar la posibilidad de que haya habido seis errores (fueron condenados en dos causas conjuntamente, y luego en dos más cada uno por su lado), que es una de las hipótesis que quiero demostrar en el libro. Pero más allá de eso. Creo que esta historia tiene dos partes: en la primera (hasta que se demuestra el error en una de las condenas, en la que se logró perfilar genéticamente unas muestras de semen), los marroquíes habrían sido condenados siendo inocentes. En la segunda, de ahí en adelante: su condena actual está resumida en una frase del anterior Ministro de Justicia, Juan Fernando L. A., cuando le preguntaron por el caso hace ahora un año: «El Gobierno ha decidido que no es un mensaje asumible indultar a una persona condenada por violación». Esa frase dice muchas cosas, casi todas involuntariamente. Dice, por ejemplo, que, a pesar de que el indulto como tal sigue sin resolverse (esto es, que ni se ha concecido ni denegado), ya se ha tomado la decisión y que se ha tomado fuera del Consejo de Ministros, que es donde está democráticamente previsto que se haga. Dice, además, y literalmente: «mensaje asumible»: esto es, que el hecho de indultar a Ahmed y Abderrazak, no constituye, por ejemplo, una posible salida legal, más o menos digna, a dos vidas arruinadas, con sus consecuencias prácticas: que fuera una forma de reconocer el error, por ejemplo, pues hace tiempo que se les habría denegado el indulto si no supieran que son inocentes. No: ya se trata sobre todo de un «mensaje». Y dice, por último, aunque sin decirlo, que no se atreve a decir «violador», sino «persona condenada por violación». La diferencia es brutal. Como se ve, las tres ideas afirmaciones, sin ser dicho, están diciendo que importa una higa si estos señores violaron o no violaron a las chicas.  A Ahmed y a la familia de Mounib, sin embargo, sólo les importa eso: que se sepa que no violaron a las chicas.

Huelga decir que esa pregunta por el origen («¿ellos violaron o no violaron a esas chicas?») es mi meta, por decirlo a la manera de Kraus.

— ¿Cuáles son las principales dificultades que implica narrar esta historia?

Sin duda: la complejidad jurídica. El entramado legal en el que quedaron atrapados.

— ¿Sería este tu primer libro?

Sí.

Martín Pallín hablará hoy sobre Tommouhi en el Parlament

A partir de las 12:30 de hoy, José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, y Mercedes García Arán, catedrática de derecho penal de la Universidad Autónoma de Barcelona, comparecerán ante la Comisión de Peticiones del Parlamento de Cataluña para hablar sobre el caso de Ahmed Tommouhi. Martín Pallín fue ponente de la sentencia que denegó el recurso de revisión presentado por la defensa de Tommouhi en 2000. La comparecencia puede seguirse en directo a través del canal web 1 del Parlament.