Por el monte las sardinas

El origen de este libro yo lo situaría en el párrafo de la entrevista de Juan Cruz al ex ministro López Aguilar que empecé a analizar aquí el otro día. Si me apuran, en esta frase:

antologia diminuta

Tres sintagmas que resumen nuestra época y que reflejan, a su manera,  la explicación no tanto de porqué o cómo ha podido ocurrir algo así, como de “qué hay en lo ocurrido que no se parece” a nada de lo ocurrido [anteriormente].

Tres sintagmas, en esta diminuta antología de bolsillo: 1.-“El gobierno ha decidido”;  2.-“Un mensaje asumible”;  y 3.-“Indultar a una persona condenada por violación”.

Empiezo por el último. Estas tres notas que podríamos agrupar como Instrucciones para deconstruir un rebozado:

1.-  “En nuestra época, el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible. […] Por tanto, el lenguaje político está plagado de eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras. […] 

El estilo inflado es en sí mismo un tipo de eufemismo. […] El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad. Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que suelta tinta para ocultarse.”

Orwell, Geroge: “La política y el idioma inglés”, en Letras Libres, junio 2004. 

2.- “Esta frase de Rajoy: «No puede hablarse de marea negra, sino de una situación compleja por la proliferación de manchas localizadas» merece un puesto de honor en lo que Arcadi Espada llama «eufemismos», dentro de la función «ansiolítica» de la prensa, y en la que él habría subrayado sobre todo «situación compleja», como una especie de rebozado en huevo y pan rallado para hacer más tragadera la croqueta.” 

Sánchez Ferlosio, Rafael, “Naufragios democráticos”, en ABC, 23-12-2002. 

3.- En la expresión “indultar a una persona condenada por violación” me parece que es la mala conciencia la que estira, inconscientemente, la distancia entre indultar y violación sin poder llegar a decir que sea un “violador” –todo lo más “persona condenada por violación”—pero pretendiendo al menos disimular la duda que le amarga en la boca: que en verdad no lo sea.

Estiramientos que sólo son factibles a condición de que se trate, no de la frase de un hombre, «ese animal capaz de hacer promesas», ¡y mantenerlas!, sino de una raba de calamar congelado: doradita como un rebozado andaluz,  pero intragable cuando se enfría. 

Continuará.

Una respuesta a “Por el monte las sardinas

  1. Me gusta el origen del libro

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