Una entrevista de JUAN IGNACIO PEREYRA, Río Negro, Argentina.
Los marroquíes Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi fueron condenados -y encarcelados- por error tras una ola de violaciones cometida en Cataluña en 1991.
Cuatro años después apareció uno de los violadores, cuya culpabilidad quedó demostrada luego de una prueba de ADN.
Mientras su cómplice sigue libre, Mounib murió en la cárcel hace nueve años y Tommouhi salió en libertad condicional en 2007.
A través de este caso, en el que dos desconocidos fueron detenidos al azar y acusados de ser una pareja de violadores, el periodista español Braulio García Jaén expone en su libro «Falsos testigos del porvenir», una extensa cantidad de errores, atropellos, omisiones y arbitrariedades en las que están involucradas la sociedad, el sistema y las instituciones.
Como el periodismo que le interesaba no estaba en Cadena Ser, una de las radios más importantes de España, García Jaén dejó ese trabajo para dedicarse de lleno a una minuciosa y detallada investigación que recibió el Premio de Crónicas Seix Barral.
«Cuando se demostró científicamente que había habido un error, las víctimas no lo reconocieron, los periodistas no tuvieron tiempo ni espacio para contar cómo se había producido ese error, y los responsables no respondieron», escribió el autor en http://www.ladoblehelice.com, blog en el que fue publicando el proceso de su trabajo mediante entrevistas, vídeos, cartas de los presos a sus familiares, sentencias, diligencias policiales y declaraciones de las víctimas, entre otras cosas.
En «Falsos testigos del porvenir», García Jaén demuestra puntillosamente que hubo una notable falta de rigurosidad en los tribunales que condenaron a Mounib yTommouhi.
¿Por qué sucedió algo así?
«El porqué final sólo está al alcance de los psicoanalistas. Yo me atrevería a señalar el modo, el camino por el que la investigación y los tribunales llegaron a las conclusiones a las que llegaron: tratándose de delitos sexuales, la palabra de la víctima, mucho más si son menores, se tiene por sagrada. En un sentido muy preciso: es infalible. Sólo se compara, se contrasta, su coherencia interna, nunca con el mundo del que habla: si decían que había luna llena, la había, aunque no la hubiera», respondió el periodista español en una entrevista que se realizó por correo electrónico con «Río Negro».
-¿Se quiso encontrar rápido y como fuera a los culpables? ¿Hubo prejuicio en los jueces españoles al momento de dictar la condena?
-Eso lo podría responder el mismo Tommouhi. En la televisión catalana le preguntaron si creía que el suyo había sido un problema de racismo.»No», dijo, y explicó que él seguía convencido de que el problema fue la urgencia con que se quiso resolver todo, el miedo de los jueces y la policía al clamor social, y el que nadie les ayudara (a los acusados) a encontrar pruebas. Esto es, a defenderse.
-Si tuviera que decir que este caso es la expresión de algo, ¿de qué sería?
-De que nadie verifica nada. Y eso, dentro del sistema judicial, donde las formas tienen tanta importancia, es crucial, porque una vez que se ha dictado una sentencia, eso se convierte en el hecho más importante, mucho más que lo que realmente pasó, si hubo o no asesinato, si se empleó un arma o la otra, o si el semen señala o no el acusado. Y contra eso es muy difícil demostrar nada.
-¿Cómo cree que hizo Tommohui para sostenerse psicológicamente?
-Mi impresión, tras haber pasado mucho tiempo con él, es que su fortaleza la saca precisamente de que, nadie mejor que él, sabe que es inocente.
-¿Cuál es la situación de Tommouhi actualmente?
-Legalmente es un hombre libre. Cumplió la condena el 26 de abril de 2009. Ahora vive con su hijo, Khalid, y su nuera y su nieto. No tiene trabajo ni puede trabajar, porque no tiene permiso. Los antecedentes penales, que seguirán vigentes durante años, lo impiden. Y espera a ver qué dice ahora el Supremo, con el nuevo recurso que ha presentado el abogado Javier Melero.
-En varios fragmentos del libro marca errores -algunos groseros- del periodismo, evidenciando una pronunciada decadencia en la profesión, algo que no se circunscribe sólo a España. ¿Qué piensa del periodismo actual?
-Pienso lo mismo que del resto de instituciones: nadie verifica nada. Es pura literatura de evasión. Y eso, comprenderá, es nefasto: para el periodismo y para la sociedad en general. Y sobre el momento actual, bueno. Estamos ante una situación interesante, con la explosión de internet y la caída de ventas y publicidad en el papel. Hay algo, sin embargo, que jamás he oído decir a nadie, en mi país al menos. El primer problema de los periódicos es que son malos. Cutres. Sólo hay cuatro géneros: la nota de prensa, la mala literatura, la sociología barata y el periodismo de declaraciones. Luego están las excepciones que confirman la regla.
-¿Cree que en su afán por lucirse el periodista suele perder rigor y caer en el error?
-Más que afán por lucirse, es pereza para no salirse de lo que está escrito. Literalmente: lo que dice la policía va a misa para el periodista, que a su vez escribe seguro de que lo que él diga también irá a misa, porque nadie se tomará la molestia de demostrar lo contrario.
-En un momento señala que Juan Cruz, periodista del diario español «El País» y referente para varias generaciones de periodistas, «no distingue entre el estenotipista y su propio oficio». Es una crítica que bien se podría aplicar al periodismo en general, ¿no?
-Sí, el periodismo de declaraciones, que es lo que recoge esa entrevista, es periodismo basura. De hecho, se van poniendo de moda las ruedas de prensa sin preguntas, y los periódicos protestan, en lugar de dejar de cubrirlas.
«El primer problema de los periódicos es que son malos. Cutres. Sólo hay cuatro géneros: la nota de prensa, la mala literatura, la sociología barata y el periodismo de declaraciones.»
Esa frase, que escribí yo, es una exageración; mala y cutre.
…Bueno, siempre hay que ver que se dice en el contexto de una entrevista y que la dice alguien que (estoy convencido) ya lleva tirantes y (quizás todavía no) gomina…
…Aparte del chascarrillo (malo y cutre), me ha gustado la entrevista, hermano…
…Nos vemos en breve por Barna…
Una frase puramente periodística.
JUSTICIA
Ex convictos por delitos que no cometieron tienen trabas para su reinserción
28/9/2009 – 20:11(GMT)
José Luis Castillo Castro Austin (Texas), 28 sep (EFE)- A pesar de haber pasado varios años en las cárceles por crímenes que no cometieron y recibido la exoneración judicial, la vida no es fácil para algunos ex convictos que siguen encontrando trabas para su reinserción social.
En Texas, cerca de 40 personas convictas por delitos graves, muchos de ellos de índole sexual, han sido exoneradas luego de demostrarse su inocencia gracias a pruebas de ADN. Sin embargo, debido a un tedioso proceso burocrático sus nombres siguen apareciendo en las listas de agresores sexuales del estado.
José Luis Castillo Castro Austin (Texas), 28 sep (EFE)- A pesar de haber pasado varios años en las cárceles por crímenes que no cometieron y recibido la exoneración judicial, la vida no es fácil para algunos ex convictos que siguen encontrando trabas para su reinserción social.
En Texas, cerca de 40 personas convictas por delitos graves, muchos de ellos de índole sexual, han sido exoneradas luego de demostrarse su inocencia gracias a pruebas de ADN. Sin embargo, debido a un tedioso proceso burocrático sus nombres siguen apareciendo en las listas de agresores sexuales del estado.
Tal es el caso del cubano Carlos Lavernia, quien en 1984 fue arrestado en Austin (Texas) por la presunta violación sexual de una mujer de 24 años.
Además se le imputó la violación de otras siete mujeres al punto de adquirir el apelativo por parte de la policía y la prensa de «El violador de Gus Fru Park», en referencia al parque donde el supuesto agresor atacaba a sus víctimas.
«La única supuesta prueba que tenían de mí era la declaración de la agraviada. Sólo porque ella creyó que fui yo el que la agredió me condenaron a 99 años en prisión», sostuvo Lavernia a Efe.
En el año 2000, 15 años después, los exámenes de ADN determinaron su inocencia. Desde entonces y en innumerables ocasiones, cuando Lavernia ha intentado salir del país o buscado trabajo, su pasado se lo impide.
«En los aeropuertos tengo que mostrar todos mis documentos judiciales para que me crean que fui exonerado porque las computadoras dicen lo contrario. Cuando busco trabajo, sigo apareciendo en la lista de agresores sexuales convictos y eso me mortifica», aseguró De acuerdo con Phillip Sierra, abogado especializado en derecho criminal, existen fallas en el sistema de actualización de datos, específicamente en la lista que el estado tiene sobre los agresores sexuales quienes se comprometieron al tener al tanto a las autoridades de su dirección física cada año.
«El problema radica en que el mismo sistema no está diseñado para actualizarse como debiera. Por eso es que al ingresar la solicitud de una persona que fue exonerada como Lavernia demorará varios años y por eso su nombre seguirá apareciendo como agresor sexual convicto y por consiguiente es interrogado como tal», indicó Sierra.
Pero no sólo en el estado de Texas experimenta estas trabas burocráticas.
El mexicano Ricardo Domínguez, de 36 años, fue hallado culpable de violación sexual en 1989 y pasó nueve años en la cárcel por un crimen que no cometió.
La víctima también identificó a Domínguez como el agresor y sin pruebas contundentes fue condenado a 30 años en prisión. En el 2000 fue exonerado gracias a la ayuda del Proyecto Inocencia, una organización que lucha para demostrar a través de las pruebas de ADN la inocencia de personas que se encuentran en la cárcel por un crimen que no cometieron.
«Pero a pesar de haber demostrado mi inocencia, la gente me sigue señalando porque conocen mi rostro por la publicidad que tuvo el caso. Cuando traté de buscar empleo como guardia de seguridad, me negaron en un principio el derecho a portar armas por mi condición de ex convicto», indicó Domínguez.
«Ni siquiera el perdón que recibí por parte de la gobernación de Illinois puede quitarle a la gente la percepción de que soy un delincuente, por más que haya salido en los medios mi inocencia y la injusticia que se me hizo», agregó Domínguez Aunque nada puede cambiar el error cometido por la justicia en los casos de los exonerados, los gobiernos estatales tienen programas de compensación para los que han sido encarcelados bajo falsas evidencias y testimonios y luego han sido declarados inocentes.
En Texas entró en vigor este mes una ley que otorga 80.000 dólares de compensación por cada año que una persona pasó en la cárcel por un error judicial. También otorga 25.000 dólares adicionales a los que estuvieron registrados en la lista de agresores sexuales.
Por si fuera poco, la medida otorga esos beneficios a los familiares de los reos fallecidos pero que se demostró su inocencia.
La nueva ley fue bautizada como el Acta Tim Cole, en honor a un estudiante de la Universidad Texas Tech que falleció en un penal estatal cuando cumplía una sentencia de 25 años por una violación sexual que no cometió. EFE jlc/cs/ma
Terra/EFE
Sí, bueno, una «pequeña» exageración pero comprensible, ya va quedando menos.