Km. 162. Garabateando el caso de Cornellà, me encuentro con dos frases opuestas sobre un mismo hecho, con lo que atendiendo a un principio lógico elemental, sólo una podría ser verdadera. A simple vista, no hay gran dificultad en reconocer que la verdadera es la del abogado Pere Ramells, y que la falsa es la del Tribunal de la Sección 9ª (Margarita Robles, Gerard Thomàs y Felipe Soler). Ambas se refieren a la composición de la rueda del 14 de noviembre en Barcelona. Ramells sostiene que

«[Ahmed Tommouhi] es de características diferentes a los otros que forman la rueda, no tiene bigote y es de complexión más gruesa, y para que conste a los efectos legales…» (Diligencia, folio 96)
El tribunal, al contrario, en su sentencia condenatoria pretende:
«Lo cierto, es que en la diligencia, se hace constar por el juez instructor y por el secretario que los individuos son de características físicas similares.»
Yo no he visto esa diligencia a la que se remite la ponente sin citar el folio. Tampoco importa. Decía que a simple vista se puede observar quién de los dos miente, porque casualmente conocemos al menos una de las caras que compartía rueda con Ahmed Tommouhi: Abderrazak Mounib. Y esto es lo que se parecían:
A la izquierda Ahmed Tommouhi, el 11 de noviembre de 1991. A la derecha, Abderrazak Mounib, dos días después. Las ruedas de Barcelona se celebraron el 14 de noviembre de 1991.
Ahora bien: de atender a las consecuencias que una y otra frase desencadenaron, habría que convenir que la del tribunal acaba siendo más real que la de Ramells: 15 años de cárcel están hay para probarlo. ¡Aunque estén equivocados! Todo esto, además de hacerme pensar en la violencia que garantiza la realidad de un discurso y otro, me reconcilia con esa distinción que siempre hace Agustín García Calvo entre la realidad y la verdad. , y que tan mal llevan muchos científicos y periodistas.
Ese tachón?
Brillante tachón… Déjalo estar así, que así es la rosa.
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